Los jóvenes en la actualidad suelen ser rebeldes y críticos del presente, pero también llegan a presentar apatía ante la política en nuestro país. Actualmente más del 70% de los jóvenes son indiferentes a esta.
Y, entonces me cuestiono lo siguiente, ¿Por qué los jóvenes no quieren formar parte en las acciones para decidir la historia y el desarrollo de nuestro país? Si finalmente nosotros mismos somos receptores de las consecuencias de nuestros actores políticos, y exactamente es eso, las consecuencias; esto porque en una conversación con universitarios comentaban que no les gustaría ser partícipes políticos porque no querían que la responsabilidad del futuro recayera en ellos y por ende tener un sentimiento de culpa si alguna decisión llegase a ser equivocada y porque este ambiente ha llegado a contaminarse de megalomanía, mezquindad, mediocridad y maldad, todas agrupadas en la deshonestidad.
Vivimos en tiempos de indignación que, lejos de convocar a la participación para el cambio, inducen al apartamiento de lo público, al desprecio de lo político, a la renuncia de lo cívico. Y parece que, lo recomendable ahora es la ignorancia vehemente, la presunción de superioridad moral fundada en la pureza de no haber ejercido jamás una responsabilidad pública. Que no te venza la inercia, comprométete, enrédate en la vorágine del cambio, sin olvidar tus principios. De la sociedad somos humanamente productos, productores y además cómplices.