El doctor José Ramos Castañeda es profesor de Virología e investigador titular del Instituto Nacional de Salud Pública (INSP) en el campo de los determinantes moleculares, epidemiológicos, ecológicos y virológicos del virus dengue. Explicó que se trabaja en un proyecto vinculado con aspectos propios de la comunidad pues está orientado a saber cómo surgen los casos, cómo se infecta la gente y dónde adquiere el virus, lo cual, junto con la generación de una vacuna y la rápida obtención de un diagnóstico, constituye la tarea más importante que existe actualmente para entender y tratar de controlar la enfermedad, no obstante lo cual aún no se ha retomado a nivel de política pública.
“El tema de esta investigación representa sólo una parte de un proyecto mucho más amplio en el que se ven aspectos del mosquito transmisor del dengue, de los casos de quienes se enferman y, a través de un proyecto adicional, de la forma en que la gente se mueve, a fin de poder determinar dónde se está infectando. Para ello, señaló José Ramos, se emplean técnicas epidemiológicas de estudio de las poblaciones”, informa un comunicado de dicha institución.
El investigador también “hizo énfasis en el carácter multidisciplinario del proyecto, para cuyo desarrollo se ha contado con el abierto apoyo de distintas instituciones, entre ellas, de manera señalada, el propio INSP, los servicios de salud estatales, la Red Temática de Matemáticas del CONACyT y otras instituciones académicas de los Estados Unidos.
Sobre el dengue en particular, el doctor Ramos explicó que hay un patrón de conducta del virus, al margen de las diferencias culturales que puedan existir y que, de hecho, existen necesariamente entre una región o estado, y otro —por razones incluso ecológicas (climáticas) y de disponibilidad— en lo que se refiere al guardado de agua. En efecto, abundó el especialista, a diferencia de la malaria, por ejemplo, que se puede adquirir en cualquier lugar, porque el mosquito transmisor (vector) de dicha enfermedad habita en todas partes, el dengue es un padecimiento de ciudades, casi ‘cosmopolita’ en términos de sus parámetros ecológicos de conducta, toda vez que el vector correspondiente habita sólo donde hay humanos. De ahí la diferencia no sólo en lo que se refiere al paradigma de estudio del dengue respecto al que se sigue con otras enfermedades transmitidas por vector, sino a las estrategias que debieran seguirse para su control, pues la estrategia que se ha seguido hasta hoy para controlar el dengue se ha basado paradigmáticamente en la forma cómo se controla la malaria.
El doctor Ramos citó un estudio realizado en Brasil donde se demuestra que no existe relación entre la abundancia de mosquitos y la frecuencia de aparición de casos de dengue, lo que sugiere la necesidad de replantear y estudiar mejor las medidas de control del vector, para atacarlo de manera más efectiva. Tal es la razón, indicó, de que parte de la misión del INSP sea ofrecer información científica sólida para que los servicios de salud sean más eficientes y se lleve a cabo una política de salud pública racional y optimizada, máxime cuando el costo por los casos de dengue en América Latina, el cual asciende a 150 dólares por caso, incluye no sólo el costo directo de fumigación, uso de máquinas y tratamiento de los pacientes, sino un costo adicional que es el impacto que tiene en la sociedad y hacia afuera, cuando, por ejemplo, internacionalmente se declara una zona geográfica como de riesgo de infección, lo que impacta en el turismo y, en consecuencia, en la economía.
El doctor Ramos también informó sobre la investigación que actualmente se lleva a cabo para el desarrollo de una vacuna contra el dengue, la cual se encuentra avanzada, y confió en que una vez que se disponga del medicamento se pueda disminuir la transmisión de la enfermedad a tal nivel que ya no surjan casos nuevos.
Respecto al comportamiento del dengue, señaló que una vez establecida la enfermedad en un área determinada, se queda y tiene picos epidémicos cada cinco o siete años sin importar lo que se haga, pues resulta poco menos que imposible su erradicación, como lo demuestra su prevalencia en sureste asiático donde, a pesar de constituir un problema y una responsabilidad no sólo de salud pública, sino de orden social, y de contar con una experiencia de control de treinta años, el dengue no ha podido ser erradicado. Por ello, lo importante es tener un buen control de la enfermedad, para evitar que haya casos graves.
En cuanto al objetivo de los epidemiólogos en relación con el dengue, el especialista aclaró que este no consiste en la erradicación del vector —Aedes aegypti, principalmente—, lo cual constituye una utopía, más aún en tiempos de comercio global, que facilita la introducción de especies exóticas que de esta forma se vuelven endémicas”.
El Centro de Difusión del instituto también destacó que conforme al investigador los tres aspectos que el INSP y el equipo a su cargo se encuentran estudiando son los siguientes: “en primer lugar, la relación que existe entre los enfermos y los mosquitos que están a su alrededor, para saber por qué sigue habiendo casos de dengue a pesar de que se llevan a cabo intervenciones y se toman medidas de control; en segundo lugar, la veracidad de que quienes conviven con un enfermo de dengue se infectan del virus, para lo cual se les analiza clínicamente, sabiendo que un 50% de infecciones son asintomáticas; y en tercer lugar, la relación entre el lugar donde se presentan los casos y habitan los mosquitos y la forma cómo tuvieron lugar las infecciones, a través de un mapa físico y por medio de modelos matemáticos, a fin de obtener información que sirva para normar una política pública concreta de control de dengue que resulte racional y no sólo costo-efectiva para las autoridades, sino verdaderamente benéfica para la comunidad, coadyuvando así a la equidad social, misión fundamental del INSP”.