Sociedad
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El fantasma de la sucesión del 94

TXT Carlos Ruiz Venegas
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La sucesión para la Presidencia de la República en 1994 había entrado en una espiral de incertidumbre por los magnicidios ocurridos ese año y la crisis que enfrentó el gobierno por la continua salida de capitales como consecuencia. El clima político se enrareció a tal grado que nadie apostaba que Ernesto Zedillo sería el candidato ungido por el PRI y que este terminaría distanciado de Carlos Salinas, después de ocurrido el “error de diciembre” que provocó una macro devaluación del peso mexicano. Durante ese año, Manuel Camacho Solís fue señalado por propios y extraños como un elemento que contribuyó a esta incertidumbre por insistir en la nominación incluso antes de que el gran dedo elector se inclinara a favor de Luis Donaldo Colosio, con quien tiempo después tuvo una reunión privada para aclarar malentendidos por mediación de un legislador oaxaqueño en su casa del sur del DF, Luis Martínez Fernández del Campo. Colosio salió a decir a la prensa que estaba contento porque había hecho las paces con su amigo Manuel. Dos días después fue asesinado en Lomas Taurinas.

Si bien las comparaciones no son válidas por lo antes expuesto, si lo es por cuanto a las aspiraciones de personajes para ocupar la silla presidencial en el período 2024- 2030. La ambición por el poder trastorna a las personas, ya que varios se consideran los mejores y merecedores para ocupar el cargo. Es tan fuerte su deseo que se olvidan del proyecto que los mantuvo unidos, aunque fuera por conveniencia, y a un año de la fecha se desatan las pasiones, golpes y señalamientos entre ellos, lo que aprovechan los opositores para magnificar o incluso fabricar confrontaciones inexistentes. Por ello el presidente ha hecho un fuerte llamado y señalado que no permitirá que su partido, creado con sangre sudor y lágrimas, se descarrile por la veleidad de algunos aspirantes de sobra conocidos y que han manifestado que el método de elección debe cambiarse por no favorecerles a ellos, lo que no es del agrado de Andrés Manuel. La firmeza con que este conduzca este proceso alejará al fantasma del 1994, que tanto daño nos hizo en todos los aspectos, especialmente en el económico y que aún estamos pagando después de 30 años y no tiene fecha de término. ¿Qué trabajo les cuesta aceptar al que sea nominado y formarse en una fila de sucesión (como aún sigue siendo en las monarquías) habida cuenta qué excepto uno, cuentan con la edad para poder esperar uno o hasta dos sexenios para llegar a la silla grande y mientras seguir trabajando en pro del proyecto de transformación y consolidarlo, evitando esos cambios bruscos sexenales que tanto daño han hecho al País? Si se conducen con mesura la sociedad se los agradecerá.

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