Debido a nuestra ubicación geográfica, nuestro país no está exento de sufrir los embates de la madre naturaleza. Terremotos, huracanes, sequías, incendios forestales, erupciones volcánicas, inundaciones (algunas provocadas por la mano de quienes nos gobernaron irresponsablemente, como fue el caso de Tabasco durante el calderonato, para privilegiar a la inversión extranjera de Iberdrola), y otras más. En consecuencia, todos los mandatarios que hemos tenido han enfrentado en su período de gobierno a uno o mas de estos cataclismos que afectan sensiblemente a la población, en especial a los más desprotegidos, y lo que los diferencia a unos de otros es la manera en que les hicieron frente y los resultados que dieron a juicio de la población que los padeció. Podría extenderme a varios sexenios atrás de los que tengo uso de razón, pero por razones de espacio me referiré al mas reciente (Otis) y al que le precedió en magnitud, como fueron los terremotos del año 2017, por darse ambos un año previo a la elección presidencial, la de los legisladores de ambas cámaras, las nueve gubernaturas y varios municipios, estando en juego por segunda ocasión el camino a escoger entre dos distintos rumbos de nación: uno que se caracterizó por el saqueo indiscriminado y el despojo de los bienes públicos y de nuestra infraestructura estratégica básica, y otro que intenta recuperar para beneficio de los mexicanos dichos bienes para conseguir una mejor distribución de la riqueza, como ya se empieza a vislumbrar.
Después de la tragedia sísmica de septiembre de 2017, la efervescencia electoral pareció detenerse momentáneamente, en virtud de que sus actores principales quedaron congelados por la inacción ante la tragedia que estaba viviendo la población de las ciudades afectadas, siendo la Ciudad de México la que más daños sufrió, así como los estados de Morelos, Puebla, Guerrero y Oaxaca. El gobierno de Miguel Mancera manifestó que iba a destinar una cantidad de 7 MMDP (siete mil millones de pesos) y que para un mejor uso y transparencia se creaba una comisión en el seno de la Asamblea Legislativa de la CDMX integrada por tres diputados, que nunca dieron un informe de en qué y cómo se aplicaron estos recursos, mientras los afectados seguían durmiendo a la intemperie soportando las fuertes lluvias. Lo mismo pasó con el gobierno federal de Peña Nieto, de color distinto, se olvidó del Pacto Por México que habían firmado al inicio de su sexenio y la ayuda que esperaban los damnificados nunca llegó, al igual que en Morelos y demás estados afectados. Sin duda ese fue un golpe mayúsculo a sus aspiraciones para refrendar el poder y perdieron por aplastante mayoría la capital y la Presidencia de la Republica. Se desconoce en qué porcentaje influyó la tragedia en el cambio de intención del voto.
Otis vuelve a poner a prueba a los gobiernos locales y federales, aunque se trate de un solo estado el afectado, pero que suena como caja de resonancia por la magnitud de los daños padecidos. Y como en 2017, las campañas electorales se llenan de suciedad y quienes perdieron en 2018 aprovechan que no tienen la responsabilidad directa para lanzar noticias falsas e inventadas para cuestionar una supuesta inacción del gobierno federal, en quien se concentran los ataques y se olvidan de la gobernadora, por ser más redituable en su óptica su perversa estrategia, queriendo inhibir la llegada de ayuda de particulares esgrimiendo confiscación de esta misma por parte de la Guardia Nacional. Pero es tan burda esta campaña que de nueva cuenta se les desmorona en 48 horas, toda vez que ninguno de los que padecimos la tragedia vimos lo que circula en redes, en ningún tramo de la autopista. La triste oposición no ha entendido la lección y no corrige la ruta que la llevó a perder el poder, en lugar de aprovechar la oportunidad para acercarse a la población de la cual perdió toda credibilidad y confianza. Por el contrario, la 4aT tiene la oportunidad de aumentar su reconocimiento, pero dependerá de los resultados que de y del grado de calificación que otorgue la población afectada. La moneda está en el aire, y se apuesta a que esto vendrá a refrendar la necesidad de votar por la mayoría calificada en ambas cámaras para no detener mas el proceso de cambio verdadero. Lo veremos en junio de 2024.