La planeación es una actividad básica en las actividades humanas. La planeación requiere establecer objetivos, analizar el entorno interno y externo, conocer nuestras fortalezas y debilidades, hacer planes y definir indicadores que nos permitan medir los avances. Cuando planeamos, tenemos mayor oportunidad de alcanzar nuestras metas que cuando no lo hacemos.
Por eso es importante hacer un plan de vida. Fijar objetivos como realizar estudios, trabajar o tener un negocio, formar una familia, colaborar con la comunidad, asignando, a cada objetivo, plazos y formas de medir el avance. Quien no sabe a dónde va, seguramente no llegará a ningún lado.
Planear implica, primeramente, establecer una visión y objetivos de largo plazo. También se les llama objetivos estratégicos. Responder a la pregunta de ¿Cómo me visualizo en el futuro? ¿Como un profesionista, prestador independiente de servicios o empresario, con una familia o sin ella, con un patrimonio propio? A partir de estos objetivos, trazaremos los objetivos de corto plazo.
Por ejemplo, para estudiar una carrera profesional, requiero cursar la educación básica, luego la media superior y finalmente la licenciatura. Mis objetivos de corto plazo serán cursar y aprobar cada semestre hasta llegar a la meta final. Lo mismo para hacer un patrimonio, debo establecer metas cortas que me lleven al fin deseado. Mis indicadores serán las calificaciones o los recursos que gradualmente fui obteniendo de acuerdo al plan.
Y es aquí donde opera uno de los mayores principios que deben regir nuestra vida: el principio de Wilfrido Pareto, conocido como el 80-20: el 20% de mis acciones diarias impacta en el 80% de mis resultados. Por ejemplo, cuando hay que estudiar para un examen o preparar un informe importante, eso debe ser mi prioridad. Si me aplico a ello, seguramente lograré avanzar mucho en mis metas. Así, seguir el principio de Pareto implica elegir diariamente mis actividades prioritarias, que no se pueden postergar, en función de lo que quiero conseguir en el futuro.
Por eso, es aconsejable que, al finalizar nuestra actividad de cada día, hagamos un sencillo balance, mental, de lo que logramos, en todos los ámbitos: laboral, familiar, económico, etc., y que definamos el objetivo del día siguiente: es decir, aquello que no podemos postergar y que mucho ayudará a lograr nuestras metas futuras. Si nos aplicamos a ello, los resultados se darán en consecuencia.