Desde las 16:30 horas la plaza de armas se llenó de colorido y de un ambiente cálido, de añoranza, pero principalmente de amor, ese amor desinteresado que sólo una madre sabe profesar. También se obsequiaron poco más de 500 regalos.
Esta velada hizo recordar una frase célebre de E. Bersot, que dice: “Muchas maravillas hay en el universo; pero la obra maestra de la creación es el corazón materno”.
Diversos grupos musicales se sumaron a esta celebración.
La magnífica organización del evento, permitió que las asistentes disfrutaran aún más de su homenaje, al contar con sillas y una vista completa de lo que sucedía en el escenario.
El momento culminante llegó en punto de las 8 de la noche, cuando se presentó el embajador del bolero romántico, Carlos Cuevas.
Fueron cerca de dos horas que el intérprete deleitó a las madrecitas, quienes entonaban todas y cada una de las melodías acompañándolo. Incluso, Carlos Cuevas bajó del escenario e invitó a algunas de las presentes a acompañarlo en sus interpretaciones.