"No esperarían que yo como astrónomo hablase tanto del cielo como de la tierra. Hace muchos años escuchaba frecuentemente la afirmación de que los astrónomos prehispánicos eran muy buenos, ¿pero de qué se trata esto? En el IIE arrancaron un proyecto muy interesante para analizar la pintura mural prehispánica en México, que es abundante, de ahí resultaron datos interesantes", dijo el doctor Galindo Trejo.
Mencionó que el proyecto fue ideado desde 1990 por 25 científicos, arqueólogos, antropólogos, lingüistas, arquitectos, biólogos y astrónomos, con la idea de aclarar si el cielo tiene algo que ver con las construcciones de los sitios prehispánicos, así como de las pinturas murales.
"El cielo es algo maravilloso que ha llamado la atención del hombre desde siempre. Sin embargo, en el pasado uno se puede imaginar que el hombre pudo haber observado algún fenómeno en el cielo, como un eclipse, un cometa, una explosión o supernova y aludir a él, tener duda o temor. No obstante, el hombre es inteligente y a lo largo de la historia estos incentivos visuales hacen que el hombre avance finalmente para explicar lo que está observando", describió.
El doctor Galindo Trejo señaló que los prehispánicos coinciden en que el cielo estaba dividido en 13 capas o estratos. En ellos prevalecen el cielo, la luna, los cometas, las estrellas, así como fenómenos cercanos al hombre, como la lluvia o incluso desastres naturales.
La posición de las estrellas
En códices mixtecos provenientes de Oaxaca se identifica una serie de ojos, que según el jeroglífico básico en el centro de México cada ojo representa una estrella. Lo mismo sucede en la cultura maya, en donde plasman mensajes en jeroglíficos a partir de la astronomía, en los que registran fenómenos en el cielo presentando imágenes de ojos saliendo de otros ojos.
En Cuicuilco, zona arqueológica ubicada en la ciudad de México, hay una pirámide circular con una plataforma de ascenso y otra de descenso. Esta pirámide se alinea dos veces al año a la salida del sol en un cerro localizado en el horizonte oriente, parteaguas entre el Valle de México y el Valle de Puebla-Tlaxcala. Las fechas en que se alinea corresponden al 23 de marzo y 20 de septiembre.
"La explicación más plausible es que debido a que el equinoccio es el punto medio espacial, es decir, el ángulo entre solsticio y solsticio, si lo partimos a la mitad son 25 grados con respecto a la línea este, oeste, sur y norte, sucede que en esa dirección el día del equinoccio sale en el poniente; pero si en lugar de medir espacio, medimos tiempo en días hasta el solsticio de verano, encontramos que estas fechas corresponden al punto de equilibrio en el tiempo que requiere el sol para llegar de un extremo al otro, esto ya trata de observación real del cielo", explicó el experto.
En la zona arqueológica de Monte Albán, en Oaxaca, se presenta un caso de identificación sobre la posición de las estrellas en el cielo. Sucede en la Estela 18, ubicada en el poniente del sitio en Oaxaca, que fue construida por los zapotecos alrededor del siglo V antes de Cristo. Durante una observación, se descubrió que dicha estela, que es la parte alargada de la pirámide, está dirigida al norte.
Al respecto, detalló: "Con una grabación pudieron comprobar que las estrellas se movían y que era una la que quedaba fija a la vista, era la Estrella Polar, que coincide con el Polo Norte, es decir que la proyección del cielo en dicha construcción coincide con esa estrella. La Estela fue levantada para 'bajar' la dirección fundamental del cielo; a partir de ese punto se eligieron las demás orientaciones en distintas direcciones".
El interés por el cielo y la observación de la naturaleza permitió al hombre prehispánico de la civilización mesoamericana identificar momentos para determinar la cuenta calendárica de manera tanto cultural como científica, fomentando la orientación de grandes construcciones arquitectónicas a partir del calendario y el tiempo.