Raúl Iragorri Montoya está orgullo de su origen, de su pasado, que se remonta a sus abuelos españoles que llegaron a México -como él cuenta en un libro- con una mano atrás y otra adelante, pero con un enorme deseo de trabajo.
El empresario y político narra orgulloso que fue inquilino de la célebre vecindad del Pájaro, en Cuernavaca, donde vivió sus primeros años de vida mientras su emprendedor padre y máximo ejemplo –Raúl Iragorri Aranda- comenzaba a labrarse su futuro a base de trabajo duro y visión empresarial, Raúl Iragorri Montoya recibe a los visitantes con el orgullo de lo que ha logrado, y con la nostalgia de lo que no pudo ser.
Además, tiene como una de sus cualidades su profundo amor por Cuernavaca y su deseo de buscar siempre lo mejor para su tierra natal.
La figura paterna es omnipresente, no sólo en la conversación, sino en el entorno, en diversas imágenes de Raúl Iragorri Aranda, aquel hombre que llegó de Veracruz y no sólo supo adaptarse al medio que encontró en la capital de Morelos, sino que descubrió oportunidades donde nadie mas las veía, como la distribución de un popular refresco, que era traído desde la ciudad de México, por lo que buscó y logró convertirse en distribuidor local, tarea que realizaba por las tardes, después de que concluía su jornada laboral.
Don Raúl fue el primero de la estirpe y como tal señala que vivió la estrechez económica que sin embargo lo remonta a muchos momentos de felicidad, como cuando dormía con sus padres en un colchón colocado en el suelo, o esos tacos de frijoles con queso que la familia saboreaba.
De carácter rebelde y no muy inclinado al estudio, según admite, tuvo una preparación autodidacta que lo llevó a conocer al derecho y al revés no sólo el mundo de los negocios, sino la cultura, a través de los libros.
Versado en Literatura, publicó en Editorial Porrúa un libro de poemas, pero también se dio el gusto de dedicar una parte de su tiempo a la actuación y a la producción teatral, montando diversas obras en Cuernavaca.
Y todo eso, mientras sus negocios prosperaban, lo mismo mano a mano con su padre que en su propio camino.
Automotriz y Agrícola, el viejo negocio familiar, dedicado originalmente a la venta de maquinaria para el campo, dio un giro cuando se dedicó a distribuir autos de la entonces totalmente desconocida marca Datsun (hoy Nissan), hasta convertirse en un negocio pujante que con el paso del tiempo se ha extendido.
Su padre siempre aparece en la conversación: narra su inició en el negocio de los materiales de construcción que con el tiempo lo llevó a ser distribuidor exclusivo de Cementos Moctezuma y luego propietario de esa planta. También incursionó en la política, en cargos de elección y como funcionario público, cuando se anotó logros como el traer a Morelos la armadora de autos Nissan.
Esa fuerte presencia guió los pasos de Raúl Iragorri Montoya, que a corta edad buscó su propio camino empresarial (con Materiales Tepeyac) y político (ha sido tres veces diputado) hasta labrar su propio nombre.
Dice que para tener éxito es necesario desempeñarse con honradez e informarse de todos los aspectos del negocio que se quiera emprender. Pero la honradez es primordial, insiste, porque sólo eso garantiza la credibilidad de un negocio y de un empresario.
En su caso, dice que aún no está satisfecho de lo logrado y tiene intenciones de seguir en las áreas en las que ha incursionado.
Un libro ("Habla Raúl Iragorri") ofrece multitud de detalles francos y reveladores de su vida.
Por lo pronto, él deja que sean los hechos los que hablen.