Ejemplos hay muchos. Los recientes puentes largos, el Festival de la Primavera, antes los atractivos decembrinos en Plaza de Armas de Cuernavaca y otros espacios municipales, espectáculos culturales, recientemente la inauguración de la Feria de Cuernavaca -aun con los ventarrones-, las noches de palenque, todo ello con una cantidad de locales y visitantes muy alta.
Esta reacción social, sin menoscabo a las marchas pasadas y futuras, es una de las muestras más frontales que la sociedad puede tener para sus autoridades. En efecto, el pueblo busca y exige tranquilidad, necesita y reclama espacios, los usa y aprovecha. Quienes gobiernan deben entender esta actitud como claro reclamo y grito general por vivir en paz.
Es imposible manipular o promover un movimiento de este tipo.
El pueblo, tal vez inconsciente, se manifiesta en ese sentido.
El sentir popular al haberse retirado las mantas y cartulinas colocadas frente a Palacio de Gobierno, fue de contundente rechazo; sin embargo, lo que pasó nunca será olvidado. El mensaje fue dado y conocido. Nadie podrá ocultarlo.
Ese tipo de expresiones son singulares y provocadas por desafortunadas tragedias que no queremos que se repitan. ¡Nunca más!
Las calles de la capital ya se sienten con tal saturación de los visitantes; bienvenidos. Los automóviles, los mercados, los centros departamentales, parques, feria, son sus anfitriones y beneficiarios.
Para los fieles, días de guardar, muy respetable. Para una gran cantidad de familias, oportunidad de convivir.
Morelos y su gente nos negamos a ser víctimas de la delincuencia. Queremos exactamente lo que está sucediendo: calles saturadas y espacios plagados de visitantes.
¡Bienvenidos todos!