La limitante que estos personajes tienen seguramente será salvada con la aprobación de la mayoría de los cabildos de los Ayuntamientos al votar la reforma constitucional al artículo 58, propuesta por el Congreso del Estado, con la cual son suficientes 30 años cumplidos al día de la elección y cinco años de residencia anteriores a ese mismo momento para jugar como candidato a la gubernatura de Morelos.
La trascendencia de la modificación propuesta no puede ser más patente: de no haberse generado, estos tres actores políticos, presentes y dinámicos en sus respectivas esferas, reconocidos y criticados, con historia política y fuerza real para gobernar, por angas o por mangas, habrían quedado descalificados.
Los argumentos que cada uno presente para alcanzar en el interior de sus institutos políticos la candidatura serán en base al número de seguidores y a la fuerza real que cada uno ejerce. Mientras tanto, aunque sea sin la oficialización de sus candidaturas, los tres se placean y buscan la sumatoria de afines no solamente para traducirlos en votos unitarios sino para que se les promueva en grupos específicos.
La madurez se ejemplifica en la figura del senador Graco, con 62 años cumplidos; sin entrar en los detalles curriculares, ha transcurrido y ha sido actor en momentos de trascendental importancia para el país. En Morelos se le identificaba, hasta el sexenio pasado, como un actor de oposición sumamente agresivo. Su influencia para la salida del entonces gobernador Jorge Carrillo Olea, quien hoy lo critica, aunque no definitiva, influyó con la decisión presidencial. Hoy Graco, lo sabe y lo aplica, intenta dejar una señal de construcción y de esperanza.
En el caso de Adrián Rivera Pérez, próximo a los 50 de edad, advierte que esos mismos cincuenta los ha vivido en Morelos, en específico en Cuernavaca. De los tres es el que más años tiene en la entidad; quiérase o no, es buen argumento de campaña.
Como todo político, en su paso por la presidencia municipal de Cuernavaca sumó muchas amistades y seguidores; sin embargo, la absurda estrategia establecida en México en el sentido de que quien sustituye cambia radicalmente todo, le generó críticas y señalamientos de desgaste, a pesar de que su sustituto pertenecía al mismo partido político.
En el Senado ha tenido una participación discreta. Los que conocen advierten que en la sucesión que favoreció a Marco Adame la promesa era a su favor para el 2012. En el interior del PAN, Adrián Rivera es la figura a apoyar; al parecer el pacto entre el hoy gobernador y el senador ha de cumplirse.
Los 34 años de Manuel Martínez Garrigós al día de la elección ahora son de sobra, le serían suficientes 30 ¡Vaya acomodaticia y cambiante que es la política!
Nacido en Cuernavaca, su familia igual, su descendencia ni que decir, es un joven apasionado de estas lides que le han golpeado en varias ocasiones pero que ha demostrado tener los bríos para levantarse y seguir.
Nos ha dicho que su aspiración ha de concretarla “aunque no sea en ésta”, pero eso fue antes de la reforma constitucional. Hoy, Martínez Garrigós habrá de jugar por todo. Pudiera advertirse que su carrera política apenas comienza y que su futuro es promisorio; sin embargo, los analistas más bien hablan del presente y del futuro inmediato.
Manuel Martínez ha crecido pero con ello ha generado animadversiones serias; sin embargo, los proyectos propuestos –quedará pendiente el segundo piso sobre Plan de Ayala- allí van quedando para los que lleguen.
Nada es seguro para ellos. Las fuerzas internas y los grupos de poder de sus partidos son sus principales enemigos. De remontarlas, tendremos una campaña interesante con matices y experiencias dignas de analizar antes de emitir el voto.