Coatetelco.- Las ofrendas colgantes son una tradición prehispánica que aún preservan familias de este municipio indígena, como parte de los usos y costumbres con motivo de los festejos del Día de Muertos. El gobierno municipal asegura que se generan esfuerzos por preservar este tipo de altares.
Las autoridades de Cultura del municipio indígena recordaron que esta tradición viene desde la época prehispánica, ya que los antepasados siempre respetaron a los muertos; como parte de ello, ofrecían pan, chocolate y mole verde con tamales de masa blanca “a aquellos que se han adelantado en el camino de la vida dando paso a la muerte”.
Recordaron que una pieza fundamental para rescatar y preservar las ofrendas colgantes fue la maestra y cronista Teódula Alemán Cleto, quien motivaba a las familias a seguir colocando ese tipo de altar.
De igual forma, resaltaron que son varias las familias que aún siguen poniendo estas ofrendas en su Huatlapechtle; es decir, una base de carrizo verde envuelto con hojas de plátano y colgada sobre la viga del techo de las casas, con recipientes de barro para los alimentos como mole verde, chocolate en agua, pan, tamales, fruta (manzana, naranja, plátano macho, ciruelas, mandarinas, etcétera), calabaza en dulce, tablillas de chocolate criollo y flor de cempasúchil, velas, veladoras, agua y sal. Además bebidas alcohólicas de la preferencia del finado, cigarros, refresco, agua, velas y copal.
El área municipal de Cultura destacó que en estas ofrendas se consideraban seis puntos cardinales: norte, sur, nororiente, surponiente, cielo y tierra; además de los cuatro elementos –agua, aire, tierra y fuego–, así como los dos encuentros entre muertos y vivos y viceversa, construyendo un camino que permita guiar a las almas que vendrán ese día a degustar de lo que se les ha ofrendado, además de que se realiza un ritual paseando el copal para dar la bienvenida a los difuntos.
Esta ofrenda se coloca durante la noche del 31 de octubre, se renueva al mediodía del 1 de noviembre y permanece hasta el día 2 de noviembre, día en el que la flor, las ceras y otros productos son llevados al panteón.