Echadas las maquinarias respectivas, estamos en tiempo y forma de hacer pronósticos que no requieren de ciencia. Lo dijimos en los dos programas de televisión de este diario en el debate semanal de columnistas y colaboradores con la conducción inteligente de Oscar Davis con una condición: no hay línea: el candidato de las izquierdas no va a ser gobernador. No es cosa de latidas, de fobias o intenciones. No. Es asunto de lo que anotamos de “pie tierra” que hacen posibles estructuras y a estas alturas lo que se conoce es que al PRI le volvieron los ánimos y se mueven en cada una de sus células y llevan paso firme. Ya no es cosa de candidatos, carismas, dinero o la buena fortuna. Es trabajo serio que aún con candidatos en apariencia frágiles, con debilidades visibles, llevan soporte en su estructura y ahí está canijo.
Si se dice la realidad de quien hace mejor presencia en los medios en las izquierdas tienen al que mejor lo hace, ya sabremos si fue o no una buena inversión. Pero entra en buena medida el soporte que no tienen en una estructura que se vea; sería Andrés Manuel López Obrador, el que podrá llevarle un buen número de votos, pero no de militantes de su partido. Llegarían de gente que confía en el ex jefe de gobierno y que, suponemos, saben que es prácticamente imposible que gane la elección presidencial. Vemos a Andrés Manuel en la antesala de las grandes batallas, en condición de promotor de lo que son hoy las izquierdas. En Morelos, esa misma condición de lejanía del peje, indica que al final el pronóstico de siete puntos que dimos hace unos días en contra, puede sumar los dos dígitos.
Y no es que Amado Orihuela sea un héroe de película gringa. El tema entra justo en el terreno de la estructura, y el tricolor ya comenzó a verse con el arranque de los locales, ayuntamientos, diputaciones locales y demás. Esas corrientes, acostumbradas hasta con piedras en la previa, ya acomodadas las piezas aún mal mirándose juegan juntos.
Otro punto importante es que a tiempo el presidente del PRI local, Manuel Martínez Garrigós entiende cual es su rol final, luego del desgaste en la selección de candidatos donde salió casi entero y bien librado en los intereses de su gente: sabe que el candidato es Amado y que la suerte de ambos está echada y tienen que jugar juntos este encuentro vital. Manuel Martínez Garrigós es un operador nato, conoce las entrañas del PRI en Morelos como muy pocos, encabeza un grupo vivo que conoce el manejo de las elecciones. Además es el presidente del partido. Luego de un buen rato lo vimos en su estilo de siempre, agitado y sin descanso, arreglando puntos importantes que ya deben estar en el orden.
Amado Orihuela, por su lado, intensifica su presencia en la capital del estado, lo hizo ayer durante todo el día. Un día antes encabezaba una cabalgata con cerca de 9 mil personas, se reuniría más tarde con otras cuatro mil. Repetimos: echada a andar la máquina. Y como la victoria inicia y termina con el trabajo y cuidado de las estructuras, está claro que la del PRI ya trae gasolina suficiente y corre a prisa.