En el año 2000, Editorial Lectorum publicó mi primer libro “el ojo mágico”, libro sobre autoestima, creatividad y educación. En él mencionaba que todos nosotros somos producto de nuestros pensamientos, y obvio, de nuestro entorno. En la página 28 menciono lo siguiente: cuando era niño, mientras se emborrachaba, mi padre cantaba canciones rancheras que hablaban de decepción, de engaño, de amores no correspondidos. De cómo las mujeres engañaban a los hombres. Veíamos películas de Pedro Infante y llorábamos con sus desventuras. Los pobres que siempre son maltratados por los ricos. O el novio pobre que sueña con declarar su amor a la muchacha rica. O la muchacha pobre e indígena que encuentra el amor de su vida con un joven rico, no sin antes pasar por muchas desventuras. Siempre pesares, engaños, decepciones. La tragedia. Lo imposible… Es evidente que los padres son los creadores de la personalidad de los hijos… que después son la consecuencia de los profesores.
Somos un país que necesita abrir la puerta de la literatura. Abrir la puerta al conocimiento y comprensión de la palabra escrita. Es necesario abrirles la puerta a otras voces. Nos urge abrir la puerta de la imaginación para encontrar nuevas formas de convivencia. Debemos ser selectivos en lo que leemos y en lo que escuchamos.
Actualmente, además de no leer, una cantidad enorme de personas, hombres y mujeres, consume canciones, series y películas de la llamada “narco cultura” como un ejemplo de lo que se puede llegar a ser y obtener. Se hace una apología a la violencia y las personas que consumen esto lo hacen para alimentar su yo violento. Y para otros se convierte en un modelo a seguir a sabiendas que nos hace daño como sociedad.
De acuerdo a datos del Inegi, los mexicanos leen sólo 3.8 libros al año. Esto nos lleva como país al desconocimiento de otros tipos de pensamiento. Otras formas de enfrentar la vida. Bien lo decía Octavio Paz: la literatura es la expresión de un sentimiento de privación, un recurso contra la sensación de que falta algo. Pero por lo contrario también es cierto; el lenguaje es lo que nos hace humanos. Se trata de un recurso contra el ruido sin sentido y el silencio de la naturaleza y de la historia.
El gusto por la literatura lo tenemos que cultivar de padres a hijos y después son los maestros los que tienen que continuarla. La literatura infantil tiene que dar herramientas a nuestros niños y niñas para vivir una vida futura en paz y armonía. Aprender a ser resilientes, si es necesario. Pero lo importante son los sueños, las esperanzas de que se puede vivir mejor en comunidad. Que podemos vivir en paz y armonía. No podemos ni debemos seguir con un sistema educativo en el que sólo tenemos que aprender a obedecer sin cuestionar. Sentía aversión por la forma en que el sistema actual premiaba la obediencia por encima de la curiosidad y la creatividad”, dice Malala. Y nosotros, aunque no hay balas de por medio, seguimos en un sistema educativo que ya es menester cambiar.
Como sociedad, todos tenemos la obligación de contribuir al desarrollo de temáticas para involucrar a niños y niñas, jóvenes, trabajadores, amas de casa, personas de la tercera edad, maestros y estudiantes, así como al gobierno, en el desarrollo de la cultura de la paz a través de la literatura. Desarrollar ideas entre todos y todas para comenzar a tejer la cultura de la paz en nuestra comunidad es urgente.
Apostemos porque el próximo gobierno sea un gobierno que enarbole la paz y no la guerra. Walt Whitman decía que a su juicio, el mejor gobierno es el que deja a la gente más tiempo en paz. Y nosotros, estoy seguro, estamos cansados de vivir en medio de la guerra, dentro del círculo vicioso de la inseguridad y la violencia. Dentro de la impunidad y la corrupción.
Estos días son de reflexión y comienzo de un nuevo ciclo de vida. Termina 2017 y comienza un año que, espero, llegue con bienaventuranzas y esperanzas de un mundo mejor. De una sociedad más justa.
Y si la literatura es el arte de la expresión y uso estético de la palabra que deja al lector con un aprendizaje y reflexiones sobre la vida misma, permíteme, estimado lector/lectora, despedirme con las siguientes reflexiones:
Mateo 5:6. Bienaventurados aquellos que tienen hambre y sed de justicia porque ellos serán saciados.
Lo único que puede salvarnos de la barbarie: Una cultura de la paz. Gabriel García Márquez.
La paz no es solamente la ausencia de la guerra; mientras haya pobreza, racismo, discriminación y exclusión difícilmente podremos alcanzar un mundo de paz. Rigoberta Menchú
Ahora, tú tienes la palabra que definirá tu futuro.