"La observación y la percepción son
dos cosas separadas; el ojo que observa
es más fuerte, el ojo que percibe es más débil.”
“El Libro de los cinco anillos”
-Miyamoto Musashi-
Cuando comencé a interesarme en temas como el por qué pensamos cómo pensamos y el poder de los pensamientos en nuestra realidad, investigué varias y diferentes vías. La más sencilla y más simple fue el experimento de Asch o el poder de conformidad de los grupos. En un experimento de visión participaron varias personas. Pero en realidad, todos eran cómplices menos uno. El experimento consistía realmente en ver cómo el estudiante restante reaccionaba frente al comportamiento de los cómplices. El objetivo explícito de la investigación era estudiar las condiciones que inducen a los individuos a permanecer independientes o a someterse a las presiones de grupo cuando estas son contrarias a la realidad. Bueno, pues resulta sorprendente observar que, aun cuando los participantes cómplices están equivocados, se equivocan a propósito, el sujeto inocente se siente presionado y también da por ciertas las respuestas incorrectas. Este experimento ha tenido modificaciones desde sus inicios.
Se ha hecho en un elevador...
...en el que todos los participantes son cómplices menos uno, y en el que actúan de diversas maneras. El sujeto inocente al final acaba repitiendo la misma actitud que todos los demás. Hay otro experimento que se da en una clínica en donde todos están esperando pasar a su cita, y, mientras esperan, de repente suena un timbre y todos se ponen de pie. Obviamente, todos son cómplices, excepto una chica que se resiste a ponerse de pie, pero al final, acaba repitiendo lo que todos hacen.
dejo los enlaces para que puedas sentir lo experimentado por los sujetos inocentes.
El gran maestro Eduardo Galeano, en “el libro de los abrazos”, cuenta esta historia maravillosa: En medio del patio de ese cuartel, había un banquito. Junto al banquito, un soldado hacía guardia. Nadie sabía por qué se hacía la guardia del banquito. La guardia se hacía porque se hacía, noche y día, todas las noches, todos los días, y de generación en generación los oficiales transmitían la orden y los soldados obedecían. Nadie nunca dudó, nadie nunca preguntó. Si así se había hecho, por algo sería.
Y así siguió siendo hasta que alguien, no sé qué general o coronel, quiso conocer la orden original. Hubo que revolver a fondo los archivos. Y después de mucho hurgar, se supo. Hacía treinta y un años, dos meses y cuatro días, un oficial había mandado montar guardia junto al banquito, que estaba recién pintado, para que a nadie se le ocurriera sentarse sobre pintura
fresca.
Todo esto viene a cuento por lo que somos. Por cómo somos como somos. Todos nosotros, hombres y mujeres pensamos, nos comportamos y actuamos por lo que nos han enseñado. Primero nuestros padres y luego el grupo social del que somos parte.
Y hoy se hizo más evidente el tema en el desayuno del domingo en casa de Nadia Zubenko, gran amiga rusa que conocí en China en los ochenta y con quien, cada que nos reunimos llegan las reflexiones en medio de la plática. Tenemos que ser audaces. Tenemos que ser quienes realmente somos. Seres irrepetibles que tienen una gran misión. Vivir.
Y esto me lleva a las críticas vertidas por la famosa carta en la que nuestro presidente López Obrador solicita que el rey de España pida disculpas por los crímenes de la conquista en el marco de la conmemoración de los quinientos años de la conquista de México.
Los que están en contra no se han puesto a pensar que este es otro tipo de gobierno. No es el gobierno tradicional o neoliberal que teníamos. La forma de pensar es diferente con una forma de ver lo que sucede completamente diferente. Y, por tanto, al tener un paradigma diverso, los que no coinciden, tienen que buscar una forma diferente de ver las cosas. Y pongo un ejemplo claro. En el sistema neoliberal todo es comercio, todo es explotación. Y a pesar de las políticas, por ejemplo, para cuidar el medio ambiente, no hay acciones concretas porque hay que seguir con el negocio. Para este nuevo gobierno, el objetivo es acabar con esa explotación a la naturaleza y regresar al respeto de los ancestros a nuestra madre tierra. La tierra no nos pertenece. Nosotros pertenecemos a la madre tierra. No entendemos que los grandes empresarios están acabando con ella, y también nosotros por seguir la corriente. Tenemos que entender que si se acaba la Tierra, como dicen, estoy seguro que primero caeremos nosotros, los seres humanos, porque la Tierra seguirá existiendo a pesar de nosotros. Parecen pensamientos contrarios, pero no lo son. Todo nos lleva a lo mismo. Antes de criticar de manera radical, pongámonos en los zapatos del otro. Y si no se puede, entonces pensemos en estos experimentos que nos hacen que todos nos uniformemos y pensemos igual que todos los demás. Tal vez si me atrevo a ver las cosas desde otra perspectiva, veré la otra cara de la moneda. El lado oscuro de la Luna.