Les compartí la semana pasada cómo los fotógrafos utilizan sus cámaras para mostrarnos las evidencias del impacto del cambio climático. Esta semana quiero informarles cómo los arquitectos nos ofrecen soluciones cada vez más prácticas, sobre todo para combatir el terrible problema de la contaminación del aire que respiramos.
Un arquitecto italiano, Stefano Boeri, visualiza nuestras ciudades llenas de torres y edificios cubiertos de plantas y árboles. Famoso por su ingeniosa construcción en la ciudad italiana de Milán, llamada el Bosco Verticale, ya tiene un plan para hacer algo similar en la ciudad china de Nanjing. Su experiencia en Milán ha sido extraordinaria y muy notoria: dos torres construidas específicamente para incluir la flora necesaria para crear edificios “orgánicos” que tienen la capacidad de absorber CO² y producir oxígeno. Para China, Boeri no sólo quiere construir edificios sino diseñar toda una ciudad verde conformada por cientos de edificaciones cubiertas de plantas y árboles capaces de absorber cerca de 25 toneladas de dióxido de carbono y de producir hasta 60 kilogramos de oxígeno todos los días.
Por supuesto, la construcción de algunos edificios no resolverá la situación crítica que están viviendo los chinos. Sin embargo, lo que logra este arquitecto, es influir de manera contundente en el futuro del diseño de la construcción de zonas urbanas. Su manera de pensar y su preocupación por la salud no sólo de nosotros los seres humanos, sino por el planeta Tierra, implican un despertar entre la ciudadanía por exigir este tipo de construcción verde y para los arquitectos por dedicarse a seguir esta tendencia hacia el futuro. Los planes de Boeri parecen trasplantes de órganos, listos a ser replicados alrededor del mundo. Su trabajo en Nanjing, sin duda alguna, terminará siendo el plan maestro para la vida urbana y el futuro sustentable de China.
Recordarán los Juegos Olímpicos que se celebraron en Beijing en 2008. La contaminación del aire fue tan terrible, tan nociva, que las autoridades chinas tuvieron que prohibir el uso de los autos durante varias semanas antes del evento, y durante el tiempo que transcurrieron los juegos. Sólo después de la salida de todos los deportistas y los turistas, el país pudo permitirse de nuevo el uso de los autos. Una solución de corto plazo; no hay un ejemplo tan claro de una solución tan temporal. La situación es extremamente aguda.
Frente a este tipo de situación –y es algo que nos pasa también a nosotros aquí en México– es más urgente que nunca pensar en nuevas maneras efectivas de combatir los niveles tóxicos de CO². Esta nueva tendencia de construir edificios verdes es una cosa muy alentadora. También la llegada al mercado de más autos eléctricos, aunque algo lenta, es una buena noticia. Ya somos testigos de esfuerzos en la Ciudad de México como, por ejemplo, las columnas maravillosamente vestidas de plantas en el Periférico que no sólo nos agradan la vista, sino que nos proveen de oxígeno precisamente donde más lo necesitamos. Poco a poco, estamos viendo éstos y otros esfuerzos por reducir el alto y totalmente inaceptable nivel de dióxido de carbono –entre otras sustancias muy nocivas– en el aire que respiramos a diario.
En Cuernavaca tenemos la fortuna de vivir rodeados de árboles y muchas plantas. Por eso es tan importante mantenerlos, cuidarlos y protegerlos a como dé lugar. De ellos dependemos para la proveniencia del oxígeno. Sin duda alguna, esos árboles y plantas son nuestros pulmones.
Fuentes de información:
www.theguardian.com/environment
http://www.stefanoboeriarchitetti.net