Todos nosotros tenemos un sinfín de tarjetas en nuestras carteras, no sólo de crédito o de débito, sino también de vales de despensa, de monedero electrónico, de tiempo aire de teléfono celular… la lista es muy larga. Se utilizan para hacer pagos y son extraordinariamente útiles porque remplazan el manejo de dinero en efectivo. Es muy fácil llegar a tener demasiadas: cada tienda nos ofrece una o más tarjetas que nos darán descuentos o la opción de compra durante varios meses sin intereses; cada institución maneja credenciales para sus empleados para reforzar la seguridad de sus edificios; cada gimnasio ofrece tarjetas de membresía; cada universidad o escuela tarjetas de identificación personal, etc. La dependencia de tarjetas es parte de la vida moderna. Es normal para todos nosotros sacar una u otra tarjeta todos los días por alguna razón. De hecho es posible que olvidemos qué tarjeta se debe utilizar en qué momento: son tantas las que terminan en nuestra posesión…
Sin duda, existe un movimiento global hacia una sociedad sin dinero en efectivo, pero todavía estamos lejos de lograrlo. Mucha gente se expresa en contra de la dependencia de las tarjetas, sobre todo en cuanto a la seguridad de las mismas, la facilidad de clonarlas y el miedo de secuestro exprés donde el objetivo es vaciar tu cuenta a través de la inserción de la tarjeta en un cajero automático.
La colección de dichas tarjetas todas juntas representa una cantidad enorme de plástico que, cuando vencen, son tiradas a la basura donde se quedan por años y años sin la posibilidad de reciclaje o de biodegradación. Por lo tanto, la introducción de tarjetas que sean biodegradables constituye un gran avance y ya varios países del mundo están avanzando y aplicando esta tecnología. En el caso de México hay una empresa que he visto que se llama Ecovale Opam (www.opam.com.mx) que ha desarrollado una tarjeta que es “fabricada en PVC y que contiene aceites que ayudan a los polímeros a que se degraden mucho más rápido de lo que normalmente lo hacen en contacto con la naturaleza, eliminando el material en un tiempo aproximado de 4 años cuando es expuesto a tierra, agua, sol y aire”. Sus tarjetas remplazan la necesidad de utilizar vales de papel y esto evitará cortar tantos árboles. Además el uso innovador de ingredientes naturales en su fabricación es importante: la Tierra ya está cubierta de bolsas de plástico y los océanos se están asfixiando por la misma razón. Seguramente mucha de la basura que consiste de plástico y que le está haciendo tanto daño al medio ambiente actualmente debe incluir ya millones de tarjetas de crédito y de débito…
¿Cómo saber si tu tarjeta es biodegradable? Es posible que incluya un mensaje que lo indique o que el color esté moteado con puntitos. Estamos lejos todavía de tener tarjetas reciclables en nuestras manos, pero que ya exista un movimiento para remplazarlas con la versión ecológica me parece una buena noticia. Además, si queremos reducir nuestra dependencia del petróleo es importante empezar a desarrollar alternativas viables como ésta, de tal manera que las empresas grandes las adopten lo antes posible.
Poco a poco habrá más opciones para sustituir los productos hechos a base de petróleo. La tecnología avanza gracias a la creatividad humana que es la fuente de la innovación y las empresas empiezan a ver la importancia de producir más productos verdes para asegurar su futuro. Sin duda están motivados por mantenerse exitosos, pero al menos se dan cuenta que muchos de sus clientes buscan ahora opciones sustentables. Las empresas grandes y globales tienen la manera de llevar a cabo esta iniciativa que tal vez no sea tan visible para nosotros. Sin embargo, es cierto que la gran mayoría está haciendo un esfuerzo para poder ser vistos como “verdes”. Si este tema te interesa, te sugiero visitar la página: www.interbrand.com para consultar los Best Global Green Brands 2011 (las mejores marcas verdes globales).
Ojalá pronto llegue el día que tengamos todos en nuestras manos las tarjetas bancarias reciclables y biodegradables.