Ciertos pájaros son los primeros en cantar, antes que aparezca el sol, y luego con las primeras instancias de luz los demás empiezan a cantar, a moverse e incluso a volar de árbol en árbol. Es el momento de más calma, cuando no se oyen automóviles, ni máquinas o el ladrido de los perros, ni música de fiestas… Se trata del mejor momento del día.
Al asomarme por la ventana, veo que mi jardín en realidad no me pertenece: es el dominio de los pájaros en los momentos más tempranos del día. Las diferentes especies vuelan y caminan por el jardín buscando ya sea su desayuno, ya sea materiales para reforzar sus nidos. Hay urracas con su variado repertorio de tonos, volúmenes y canciones. Hay pericos verdes, que llegan volando alto y chismeando en voz alta, que son realmente escandalosos y se juntan en las palmeras; parecería que se están regañando entre sí. Hay muchos pájaros de diferentes colores como amarillo, rojo y azul. Hay pájaros carpinteros, gorriones, colibríes y otros que no conozco por su nombre. Escucho una cacofonía de canciones por la mañana y cuando salgo a mi jardín las aves me miran con sorpresa, casi con enojo, porque ya no tienen la misma libertad que hacía unos momentos.
Además de los pájaros, tengo un ejército de insectos en mi jardín, todos ocupados en la tarea de buscar comida y agua y de sobrevivir el día. Hay miles de hormigas de todo tipo, tamaño y color; en el aire se encuentran avispas, abejas y huachichilas, moscas, mosquitos, mariposas y libélulas y quién sabe cuántos bichos más; en la tierra hay gusanos, lombrices y más hormigas. Es increíble ver la interacción de vida entre las diferentes especies y es extraordinario pensar cómo no chocamos con los pájaros y las moscas que nos rodean. Es un equilibrio delicado de cohabitación entre ellos y nosotros. Al observarlos en su búsqueda por comida es posible ver su ciclo de vida y cómo unos dependen de otros para vivir. Se trata de la maravillosa naturaleza en acción y nosotros los seres humanos formamos una parte importante de todo ello.
Alrededor del mundo, en el hemisferio norte, estamos disfrutando de la primavera. Cada país tiene sus diferentes especies de aves, árboles, plantas e insectos, sin embargo lo que tienen todos en común es esa reafirmación del ciclo de vida que se expresa a través de las flores exuberantes y el crecimiento de las plantas, además de la necesidad de procrear y contribuir a la supervivencia de las especies. En los países donde el invierno es cruel y largo, las primeras flores de la primavera levantan el ánimo de la gente, los hacen sonreír, levantar la cabeza y caminar con pasos más ligeros. Les da esperanza de que el clima mejorará y que las temperaturas aumentarán. Todos gozamos de más horas de luz ahora que los días son más largos y las noches más cortas. En México, el próximo domingo 1º de abril tendremos que adelantar nuestros relojes a la hora de verano, en línea con muchos otros países del mundo que intentan así reducir el consumo de energía eléctrica a través de dicho ajuste.
Sin duda, la primavera es una temporada bonita, no importa donde uno esté. El cambio climático ha afectado y seguirá afectando la primavera a futuro. El periodo de floración de algunos árboles y plantas está cambiando de manera notable. Sabemos que las temperaturas serán más altas en abril y mayo, y esperaremos con ansiedad la temporada de lluvias. Lo mismo está pasando en Gran Bretaña, un país famoso por su lluvia pero que actualmente está en plena crisis de agua. El pasado domingo gozaron de temperaturas altísimas para estas fechas en el norte de Escocia: disfrutaron un día no tanto de primavera sino de verano, con sol y una temperatura de 22°C. Esto no es para nada normal.
Es importante estar muy conscientes del buen uso del agua y mientras disfrutamos de la maravillosa y exuberante vegetación de Morelos no hay que olvidarnos de nuestros hermanos, que se encuentran en los 19 estados del país que no tienen y no han tenido agua por mucho tiempo. Deseamos para todos una temporada de lluvias muy abundante, durante este año. Ojalá que así sea.