Existe evidencia abundante de que somos nosotros, los seres humanos, quienes tenemos la culpa de lo que nos está pasando actualmente. Esta falta de responsabilidad es la que me preocupa porque implica que el ser humano se ha vuelto muy egoísta, obsesionado con lo suyo y lo personal. Entender y aceptar que las tormentas y las inundaciones, el calor y el frío extremos, son lo que nos espera de ahora en adelante es nuestra urgente obligación. Es una situación irrebatible y no es una buena noticia.
El egoísmo es característico de nuestro comportamiento. Estamos viviendo en la era de la tecnología y de la conectividad. Estamos más informados que nunca; las noticias le dan la vuelta al mundo en un instante a través de las redes sociales. Sin embargo, nuestra vida es solitaria: la comunicación se hace mediante la computadora y el teléfono; hemos abandonado los libros y nos encerramos en un mundo personal donde reinan la música y los mensajes de texto.
Todo este egoísmo, esta obsesión con el ego, nos impide sentir responsabilidad por lo que le pasa a la Tierra. Escuchamos lo que queremos escuchar, sentimos lo que queremos sentir, comunicamos lo que queremos comunicar, compartimos fotos que nos muestran siempre felices y sonrientes. Si no nos importa el futuro del planeta, pues no nos interesará trabajar para protegerlo. La mantra de nuestros tiempos es: si yo estoy bien, ¿por qué preocuparme por los demás?
El próximo mes de abril la Organización de las Naciones Unidas (ONU) publicará un reporte sobre el impacto del cambio climático a nivel global, en particular sobre la producción de alimentos, la salud humana y la situación en las ciudades y las áreas rurales. Lo que se espera de ese reporte es información contundente sobre el crecimiento constante de la población mundial cuya necesidad alimenticia afectará la producción agrícola, la cual está sufriendo una desaceleración precisamente por los efectos del cambio climático. Es decir, habrá más personas y menos alimentos alrededor del mundo. También informará sobre el calor extremo que estaremos sufriendo, las fuertes precipitaciones esperadas y, como consecuencia, la alta posibilidad de inundaciones desastrosas.
El área de la salud es inquietante. Con el aumento general de las temperaturas, los mosquitos se estarán multiplicando de manera impresionante y estaremos sufriendo muchos más casos de malaria. Ya vemos a muchas más personas sufrir de alergias, también los perros y los gatos, y veremos la llegada de otras enfermedades que afectarán seriamente a la población y los servicios de salud.
Tenemos escaso tiempo para reducir la producción de las emisiones de carbono. No existe político en el mundo que no sepa de la realidad y la seriedad de la situación actual. Estamos realmente llegando al punto de no retorno, ya que la temperatura media anual sigue en aumento y no habrá manera de frenarla si seguimos quemando carbón, petróleo y gas, si seguimos produciendo tanto plástico y envenenando la tierra con residuos no reciclables y cultivando semillas genéticamente modificadas, entre muchos otros daños. Es una situación sin salida: si no podemos convertir nuestro egoísmo y nuestra falta de preocupación por el futuro de nuestro planeta en un programa positivo de acciones personales y grupales, a favor de la protección del medio ambiente, estaremos entonces condenados a vivir y sufrir acontecimientos climáticos extraordinarios y terribles que no serán nada agradables de experimentar.