No hay nadie que no sintiera el temblor que experimentamos el viernes santo por la mañana. En lo personal estoy agradecida que no pasara de noche, sin embargo sentirlo tan fuerte, sí me dio un tremendo susto. Muchísima gente en Morelos, en la Ciudad de México, en Guerrero, de dónde provenía el temblor, y en otros estados reaccionamos todos con sorpresa, temor y preocupación. A nadie le gusta sentir cómo la Tierra se ajusta, pero –para mí– sirve como recordatorio del enorme poder del planeta.
Un temblor proporciona la ocasión cuando todos somos iguales, cuando estamos todos en perfecta sintonía. No importa si somos gente como tú o yo, reyes, políticos, policías, criminales, pobres o ricos; en esos momentos de miedo tenemos todos algo en común, un solo pensamiento: estar preocupados por nuestro bienestar y supervivencia. La Tierra no distingue entre los habitantes. Su movimiento nos confirma que estamos aquí porque ella nos permite la permanencia, nos permite la civilización y nos aguanta, aunque abusemos demasiado de ella.
Son los momentos de miedo total –provocado por un temblor o un acontecimiento climático violento– que sirven para recordarnos que no nos pertenece el poder, que no tenemos la última palabra. La Tierra, de alguna manera, y ahora más que nunca, nos enseña, nos apremia y, cuando quiere, nos castiga.
Estos días de vacaciones han sido útiles para olvidarnos un poco del cambio climático y de todo lo que eso significa. Hemos estado de fiesta y a nadie le gusta pensar en cosas difíciles. El clima en Morelos en este momento está precioso, con cielos azules y claros, con sol y unas temperaturas aguantables entre 30° y 33°C. Pero por ningún momento la Tierra tiene este tipo de descanso. Como planeta poderoso sigue un ritmo único y cuando se tiene que ajustar se ajusta. Estamos entrando en la temporada de huracanes y no sabemos cómo nos va a ir. De la misma manera seguimos recibiendo la llegada de frentes fríos y este último, el número 50 en lo que va de este año, provocó lluvia, frío y granizo en muchas zonas del país. En Morelos también recibimos lluvia y granizo.
Regresamos de las vacaciones y compartimos cómo nos fue. La mayoría empezamos la conversación con nuestra propia experiencia del temblor, dónde estábamos, qué sentimos, qué estábamos haciendo cuando tembló. etcétera. Todo mundo tiene una experiencia distinta y es interesante notar que hay una especie de competencia: quién lo habrá sentido más fuerte y por más tiempo, etc. Después vienen los detalles de cómo pasamos Semana Santa, si fuimos a la playa, si nos fue muy bien, entre muchas otras cosas.
Una vez que pasó el susto del temblor, no pensamos más en la Tierra; seguimos con nuestras vidas como si nada y nos concentramos en el día al día. El momento de unicidad que tuvimos al sentir el temblor se desvaneció. Fue un momento fugaz, momentáneo y, afortunadamente, sin percances fatales. Para la mayoría de la gente es tiempo de desechar toda la basura que se generó durante estas vacaciones pero les falta relacionar estas acciones a la Tierra o a cómo tratamos nuestro planeta o qué tan importante es proteger el medio ambiente. Somos demasiado buenos para abusar de la Tierra; ahora es tiempo de escucharla, entenderla y respetarla. Nos fue bien en esta ocasión…
Ecología En Tus Manos
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La Tierra se ajusta
Espero que hayan disfrutado al máximo los días de descanso de Semana Santa. Algunos hemos regresado al trabajo o a la universidad, otros siguen de vacaciones. Resulta interesante contemplar lo sucedido durante Semana Santa este año, no sólo desde el punto de vista del clima sino también del poder de nuestro planeta Tierra.
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