S: (insistiendo) El cambio climático sí nos afecta a todos. El clima es mucho más variado que antes. ¿No me crees?
N: No es que no te crea, pero el clima siempre ha sido muy variado.
S: Pues sí, pero ahora hay más huracanes más violentos, más tormentas más fuertes y destructivas, inundaciones que matan a mucha gente…
N: Uf, hemos tenido huracanes fuertes desde que me acuerdo. Una vez que estábamos en Acapulco tuvimos que correr como locos para no mojarnos.
S: Sí, es cierto, pero ahora son demasiado violentos. Hay muchos más huracanes ahora de categoría 5, sólo tienes que ver las estadísticas.
N: ¡Uy! qué flojera, no quiero ver números, no me interesan. Yo sé lo que sé y ya.
S: Pues sí, pero los números no mienten. Vivimos aquí en Morelos y no vemos lo que está pasando en otras partes del país. ¿Y eso no te importa?
N: Sí, pero… pues ¿qué le hacemos? Yo tengo que vivir mi vida como puedo aquí. Claro que me importa, pero como no me afecta personalmente...
S: (interrumpiendo) Sí te afecta personalmente. Si no hay lluvia, ¿qué vamos a comer?
N: ¡Ay, no exageres! Los mercados están llenos de comida, los supers también. Además, importaremos lo que nos haga falta, es muy fácil.
S: No sabes nada, tú. Ya importamos lo que nos hace falta, hasta fríjoles, pero los otros países están sufriendo lo mismo que nosotros. Cuando ellos ya no tengan tampoco, ¿qué vamos a comer?
N: (abre un chocolate y tira el papel a la banqueta) Bueno, pues dejaremos de comer fríjoles. Hay otras cosas y…
S: (enojado) ¡Levanta ese papel! Oye, ¿no entiendes nada? Cada vez que tú tiras algo a la calle, estás contribuyendo al problema del calentamiento global.
N: (levantando el papel sin ganas, molesto) Ay, no nos engañemos, cómo exageras…
S: No exagero, es que no entiendes nada. Cada papel que tiras, cada bolsa de plástico que usas, y no sé cuántas cosas más, terminan en el mar.
N: Ahora sí te pasaste. ¡Vivimos a cuatro horas del mar! Este papelito se queda aquí. ¿Cómo quieres que te crea cuando inventas cada cosa?
S: No, no estoy inventando nada. El mar está lleno de miles de toneladas de plástico. ¿No has visto las fotos de los pájaros y los delfines que se mueren asfixiados por comer el plástico?
N: Ay sí, pero qué tontos son esos animales. ¿Qué no saben la diferencia entre un pez y un pedazo de plástico?
S: Si a nosotros los seres humanos, que supuestamente somos los más inteligentes en la Tierra, no nos importa qué tiramos al mar, pues ¿cómo quieres que un delfín sepa la diferencia entre una bolsa de plástico y un pez? Uno lo mata y el otro lo nutre. Claro que no sabe la diferencia. Eso lo entendemos nosotros, ¡pero los delfines claro que no!
N: No me digas que nunca tiras bolsas de plástico a la basura, eso sí que es imposible. ¡Qué arrogante eres! Te crees mucho.
S: Mira, todos somos culpables, yo igual que tú y todos los demás. Lo admito, pero ahora yo creo que cada uno de nosotros puede contribuir de alguna manera. Tú acabas de tirar el papelito, pero lo levantaste. ¡Ya estás contribuyendo!
N: (Haciendo una cara) Pues yo no sé, pero ya me enfadaste. Te veo mañana…
Dejemos aquí a los dos amigos, S y N, reflexionando sobre su conversación y examinando su conciencia: tienen mucho qué pensar...