Por fortuna se suspendió la intención de dotar a los niños de las escuelas públicas de educación básica con el mismo tipo de uniforme para todos.
A raíz de la ley que obliga a la entrega de uniformes escolares gratuitos, se pensó en facilitar la enorme producción mediante el sistema de limitar a máximo cuatro modelos de ropa oficial.
Sin embargo, las escuelas basan mucha de su identidad en el tipo de uniforme que utilizan.
Algunos modelos inclusive tienen más de medio siglo de vigencia, por lo que cambiarlos borraría de un golpe –y por simples factores técnicos- la tradición de cada plantel.
El uniforme no es lo único que identifica a las escuelas pero sí parte fundamental de la imagen que la sociedad se ha creado de ellas, por lo que la rectificación constituye un alivio.