Tan sólo en el tramo del ducto de gasolina que va de Huitzilac a Cuernavaca se han detectado en 2017 240 tomas clandestinas, lo cuál resulta una barbaridad, dada la poca distancia entre esos sitios y el hecho de que un tramo significativo se encuentra en zonas pobladas.
Es más que obvio que la indiferencia o la complicidad (quizá las dos cosas) de los habitantes de la zona por la que trascurre el ducto es un factor fundamental para que se repita la extracción ilegal de combustibles, que además de un daño patrimonial a Pemex ha generado una situación de grave peligro para los pobladores.
Mientras no haya una respuesta firme de la sociedad las cosas seguirán como hasta ahora, y no sólo en el tema que nos ocupa, sino en situaciones que impiden el desarrollo de nuestra sociedad.