Las señales de intransigencia que ayer pareció dar la dirigente del sindicato de trabajadores administrativos de la Universidad Autónoma del estado de Morelos ofrece un mal panorama para las más de 40 mil personas cuya vida está ligada a esa institución.
La universidad no es una empresa, no tiene ganancias y su presupuesto depende de las aportaciones federales y estatales, que están acotadas, además de que la UAEM arrastra un pasado déficit estructural generado a lo largo de varios lustros y al que se requiere poner remedio.
Por eso resulta ilógica la postura que no considera las variables anteriormente anunciadas. No debería siquiera amenazarse con la huelga a la universidad, porque pese a las cercanía de la fecha pactada para la paralización de las labores, se entiende que el espíritu de los universitarios va orientado a recomponer todo aquello que se trastocó a finales del año pasado y que en nada ha contribuido al progreso de la UAEM .
Una visión constructiva de los sindicatos debe incluir dejar de jugar con las expectativas, para que junto con la administración central puedan concentrarse en lo verdaderamente urgente, que es la resolución de los problemas financieros, lo que incluye a las pensiones de los trabajadores.