Hace diez años una pareja de los entonces llamados policías judiciales se hacía pasar por una pareja de enamorados para tratar de capturar ala banda que en ese entonces se dedicaba a asaltar a los incautos que se detenían a admirar el paisaje en el mirador –ya clausurado- de la autopista a México.
La mala preparación del operativo provocó que los dos policías fueran tomados por sorpresa por los delincuentes y sólo la suerte evitó que ambos murieran.
Diez años después, uno de los cuatro responsables de ese crimen ha caído en manos de la justicia, porque nunca dejaron de buscarlo.
Nada se puede hacer para reparar el daño sufrido por quien cayó en el cumplimiento de su deber, pero al menos la citada captura debe servir para mandar un mensaje a quienes delinquen, de que no quedarán impunes.
Hay muchos crímenes por resolver por lo que la detención a la que se hace referencia podría no ser una gran victoria, pero sí es un evidente acto de justicia, desde donde quiera que se le vea.