La protesta de ayer supuestamente para demandar la entrega de fertilizantes para un grupo político (en este caso Antorcha Campesina) fue un doloroso exceso de graves consecuencias económicas, pues cortó el flujo por una de las carreteras más transitadas del país (la autopista México- Acapulco) con lo que impidió el libre tránsito de personas y mercancías.
Además, esa acción afectó a la ciudad de Cuernavaca, pues sus calles fueron usadas como ruta alterna por vehículos de gran peso, que de paso congestionaron la circulación vial y alteraron la vida de la población.
Lo que reclaman los manifestantes no se compara con lo que han dañado. Sobre todo, porque altearon la vida de mucha gente en aras de un interés que de lo menos que puede calificarse es de egoísta.
Los ciudadanos fuimos los rehenes de una acción injusta.