Amparados bajo lo que llaman “usos y costumbres”, varios pueblos indígenas de Morelos (varios de los cuales pronto serán municipios) han amparado todo tipo de prácticas que poco tiene que ver con su cultura.
Tal es el caso de la venta de todo tipo de artefactos explosivos, la mayor parte de fabricación china, que han sido medianamente regulados para evitar el riesgo pero que aún así han sido causa de tragedias.
Como la de ayer, que le costó la vida a una mujer y el capital de varios de sus colegas, cuyos puestos quedaron reducidos a cenizas.
Las medidas de precaución funcionaron a medias y eso evitó la pérdida de más vidas, pero porque quienes se encontraban en el lugar lograron correr para ponerse a salvo, pues la infraestructura para combatir siniestros evidentemente no funcionó.
Por muy grande que sea el número de familias que viven del comercio de los fuegos de artificio, no deja de ser una minoría que arropada en los usos y costumbres pone en peligro al resto de la población.