Una de las herencias más nefasta del sexenio anterior fue el cierre de calles, carreteras y edificios públicos como plan habitual de los grupos de presión.
Sobre todo en el último año de gobierno (de alguna forma debe llamarse) de Graco Ramírez, los principales funcionarios incluso abandonaron sus oficinas ante las protestas diarias que paralizaron la actividad económica en el primer cuadro de la capital morelense, pero también otros rumbos de la ciudad.
Quién no tiene muy presente el cierre del Paseo Cuauhnáhuac por transportistas que se sentían ofendidos con la autoridad en turno y no tenían ninguna compasión por los cientos de miles de ciudadanos que quedaban imposibilitados de llegar a su destino.
Dentro de esa tónica, los vecinos de Amilcingo que ayer llegaron a Cuernavaca trastornaron las actividades de la ciudad. Es necesario que esa práctica se acabe y el derecho a la libre circulación impere en el estado de Morelos.