El derrumbe del techo de un viejo edificio cuautlense puso de manifiesto el elevado riesgo que vive esa ciudad como consecuencia del sismo de septiembre del 2017.
A diferencia de Jojutla, donde casi todas las construcciones viejas fueron demolidas o reforzadas, en Cuautla se hizo solo una inspección superficial, por lo que no se detectó el verdadero riesgo.
Los propietarios de las construcciones antiguas tienen que invertir en el examen de sus inmuebles, no solo por cuestiones patrimoniales, sino por el riesgo que eso significa para la vida de quienes utilizan esos lugares.
Arriesgarse a que algún nuevo derrumbe ocurrirá en horarios en que no haya ocupantes es demasiado ocioso.