Los vendedores ambulantes se convirtieron en una plaga desde que, mediante la fuerza, diversas organizaciones supuestamente sindicales les dieron protección a cambio de un pago.
En su momento, esas organizaciones no se limitaron a la hora de bloquear calles o cerrar instalaciones públicas con tal de salirse con la suya, especialmente el grupo que contaba con la protección del gobierno estatal anterior.
Afortunadamente ese momento ya pasó y es necesario que las autoridades de todos los niveles hagan un ajuste de cuentas y ejerzan su autoridad, no sólo para limpiar de vendedores informales el espacio público, sino para que todas aquellas áreas invadidas por supuestos sindicatos vuelvan a trabajar al amparo de la ley y no por encima de ella.