El cierre del rastro de Cuernavaca y de otros municipios ha provocado un enorme riesgo al a salud de los consumidores de carne, ya que quienes abastecen de ese producto ahora recurren a instalaciones improvisadas e insalubres.
Un caso extremo es el de Zacatepec, donde la alcaldesa permitió que una vivienda se habilitara como sitio de matanza, sin importar la afectación a los vecinos y el incumplimiento de las normas sanitarias.
Es innegable que la supervisión de las autoridades de salud tiene como fin el bienestar colectivo, pero las medidas implementadas deben analizarse con cuidado para que no se reviertan sus fines.
Las autoridades municipales, a su vez, deben esmerarse en acatar las recomendaciones en la materia e invertir los recursos necesarios para el saneamiento de los sitios dedicados al procesamiento de la carne que consume la población.