El llamado a que las mujeres pararan su actividad en demanda de que se frene la violencia contra ellas tuvo un amplio pero desigual acatamiento, impactó en muchos sectores de la sociedad pero también dejó de manifiesto las profundas desigualdades que existen en México.
Las mujeres más pobres no pudieron participar en la protesta, porque eso afectaría su sustento, ya sea por la vía de un salario, la prestación de un servicio o la venta de algún tipo de mercancía, mientras que sus congéneres con un empleo en alguno de los niveles de gobierno de unieron ampliamente.
Las reformas que se deriven de este movimiento deberán atender esas aristas, que dificultan aún más que la sociedad mexicana se acerque a la igualdad.
Pero a pesar de todo, algo importante ocurrió ayer. Al hacerse invisibles, las mujeres –el segmento más grande la población en este país- lograron más visibilidad que nunca.
Confiemos en que esa nueva mirada sirva para empujar las transformaciones que hacen falta para que México sea un país más justo e igualitario, y todo aquello consagrado en nuestras leyes se convierta en una realidad.
Por lo pronto, la edición impresa de La Unión de Morelos de este martes 10 de marzo así como su versión digital son pequeñas, porque las mujeres tienen un papel decisivo para ésta empresa y los hombres que aquí laboran no alcanzan para llenar ese vacío.