El rastro TIF (Tipo Inspección Federal) que “inauguró” el exgobernador Graco Ramírez es apenas uno de los numerosos símbolos de la corrupción que fue la marca de la casa en el sexenio anterior.
El inmueble en el que se invirtieron muchos millones de pesos queda como símbolo del desmedido afán de lucro de Ramírez Garrido y de su familia, pero también es un recordatorio de que el dinero desviado de esa y muchas otras obras lo pagamos los morelenses, a un costo cada vez más elevado.
Finalmente parece que los encargados de perseguir a los funcionarios corruptos han dejado ir al principal de ellos.
El exgobernador goza de un increíble nivel de vida a costa de casi dos millones de morelenses, muchos de los cuales padecen por la falta de los servicios públicos y las obras que no pueden tener porque no hay dinero.
El campo de el Llano, en el ejido de Miacatlán, donde se construyó el engañoso rastro TIF, queda como un triste recuerdo de que las cosas se pueden hacer mejor.