La maniobra electorera del exgobernador Graco Ramírez que dio nacimiento a tres municipios indígenas estaba marcada por el interés de ganar la pasada elección, pero nunca contempló el bienestar de quienes ahora están atrapados en ese esquema que se ha revelado casi inviable, no solo por las dificultades económicas que los municipios indígenas enfrentan cada día, sino por los numerosos conflictos -varios de ellos violentos, que han derivado de la imposibilidad de operar con normalidad.
Hoy los habitantes de Xoxocotla ven en riesgo la prestación de los servicios más básicos debido al malestar de los empleados municipales, que no reciben su salario completo, mientras que las tres comunidades convertidas en Ayuntamientos han tenido serias dificultades para recibir al menos el presupuesto que les corresponda.
Tiene poco más de dos años que Graco Ramírez vio que su esquema populista no solo no funcionó, sino que fue masivamente repudiado en las urnas.
Sin embargo, las secuelas de sus mecanismos perversos aún subsisten, por lo que el tema de juzgar a los responsables no puede caer en el olvido.