Resulta hasta gratificante volver a ver largas filas en los módulos de vacunación abiertos para inmunizar a los infantes contra el virus que produce esa enfermedad (covid-19) que aún no terminamos de doblegar.
Luego de que otros grupos de edad mostraron una inexplicable resistencia a vacunarse, ver las enormes filas de los padres de familia responsables de la salud de sus pequeños despierta la esperanza de que los niveles de vacunación lleguen al umbral necesario para dar por terminada la pandemia.
También esperemos que el ejemplo sea contagioso y todos aquellos que se han resistido a completar su esquema de motivación terminen por hacerlo.
Los años de sufrimiento que la pandemia ha provocado deben acabar y eso está en manos de la sociedad.