La economía informal está estrechamente ligada a una salud precaria y a mayores índices de mortalidad, según revela la encuesta presentada ayer por el Instituto Nacional de Salud y que nos obliga a reconocernos en esas cifras y ese panorama.
El crecimiento económico de las últimas décadas se enfocó en favorecer a unos cuantos sectores de la sociedad mientras que el resto fue dejado a su suerte, tal y como lo revelan los números.
No se trata de figuras retóricas ni de exageraciones. Simplemente el estallido de la violencia mostró en carne viva la forma en que el sistema público de salud había sido desmantelado para privatizarlo, lo que al final debe haber costado demasiadas vidas.
El esfuerzo para enderezar ese camino no es fácil y multifactorial. Todo cuenta, desde la simplificación de los trámites que deben cubrir los empresarios hasta la forma en que se asignan los subsidios a la pobreza o a la infraestructura.
Ojalá esas cifras muevan las conciencias de quienes tienen el poder de decidir.