El terrible incendio que consumió una parte importante del mercado Hermenegildo Galeana de Cuautla y los puestos informales instalados en una calle aledaña muestra varias realidades, una de las cuales es siempre soslayada: el incumplimiento generalizado de los locatarios de los mercados públicos de la entidad de las reglas más elementales de seguridad.
Eso va desde la precariedad de las redes eléctricas hasta el almacenamiento de grandes cantidades de materiales inflamables como cartón o madera.
No hablemos ya del uso de detectores de humo y mucho menos de extintores o hidrantes para los bomberos.
Es una dura lección. Aunque habrá apoyo oficial para reconstruir parte de la estructura dañada, el incendio no debe quedar en el olvido sino ser el disparador para que quienes tienen el usufructo de un bien público -en este caso, los locales construidos con dinero del erario- deberían invertir lo mínimo indispensable, al menos para poner a salvo su patrimonio.