Si algo distinguió a los gobiernos de corte neoliberal que tuvo el país desde 1982, hasta 2018, fue la entrega a particulares de prácticamente toda la infraestructura nacional de México, justificada a partir de un discurso de ineficiencia y prácticas de corrupción.
Las carreteras no fueron la excepción. A lo largo de todos esos años, diseñaron e implementaron mecanismos que poco a poco fueron despojando de su función a las instituciones encargadas de construir carreteras en el país.
Las únicas beneficiadas de esa política fueron empresas privadas, que vieron en la figura de la concesión una oportunidad de grandes negocios a costa de los bolsillos de los mexicanos.
Recuperar los caminos de México, además de ser una propuesta sensata y alineada a una visión nacional es, sobre todo, estratégica.