Está por terminar en el país un sexenio cruento en las cifras por homicidios. El tramo final ha sido devastador con crisis de seguridad en varios estados.
La repartición de culpas y la subestimación de una realidad que enluta a miles de familias en la nación, por parte de la presidencia de la república, deja en evidencia un proyecto de nación que culmina, por otra parte, con la imposición de reformas de manera atropellada, en una coyuntura que ahonda más en la profunda división en que se encuentra el país en cuanto a percepción de los resultados de la administración que se despide.
El fracaso en la estrategia de seguridad es una ocasión para recomponer el camino en el nuevo sexenio. Existe un diagnóstico. Hay que ir a las causas para traer la paz al suelo mexicano.