Un punto vital en este escenario es qué sí y qué no realicen las empresas encuestadoras, que en estos meses hacen y deshacen. Bien vale que se conozcan cuáles y quiénes son los que midan a petición de los partidos, de los candidatos o de las mismas autoridades electorales. Porque entra la mezcla medios-encuestas y se establecen relaciones, en algunos casos, de auténticos mercenarios. Lo saben todos: en el pasado proceso hubo encuestas amañadas donde las empresas se ponían de acuerdo, ambas se vendían con los partidos o directamente con los candidatos. “Tantos puntos de distancia te cuestan dos millones de pesos”. O 300 mil o 200 mil. No menos. Eso solamente para confundir a la ciudadanía al encontrarse con encabezados que mostraban la realidad del pago, no de la verdad.
Y si no, pregúntenle a alguien que cree estar más allá del bien y el mal, aunque siga metido en los negocios públicos: Javier López Sánchez, el popular “Chabelo”, súper secretario los primeros cuatro años del gobierno estatal. El todopoderoso, que no se movía un centavo en comisiones si no estaba enterado. Él es la pieza pública de sacrificio en el PAN, aunque en lo interno nunca lo han desprotegido. Quién sabe cuándo no sean gobierno. En tanto, que prescriba… que prescriba…
“Chabelo” fue objeto de una jugada que para el ámbito de suciedad en que se movía parece de párvulos. Le vendieron en algún medio una encuesta en 300 mil pesos donde si bien ganaba su candidato Sergio Álvarez Mata o, de perdida, “estaba cuatro o cinco puntos abajo”, en tiempos remontables. Los mismos dejaron en la mitad de aquella cantidad a la parte contraria, los que en la realidad de los encuestadores iban arriba con entre 15 y 18 puntos, ya para ese momento imposible de remontar. Queremos suponer que la empresa que encuestó no sabía de los enjuagues de los mercachifes mediáticos, pero se publicó y generó la molestia en cuando menos dos partes: la de “Chabelo” y la de los que dieron 150 mil sólo para confirmar que iban adelante. La cabeza hablaba de una ventaja mínima.
O casos reales donde los titulares de los debates previstos para una semana o dos después se les colocaban etiquetas: tanto por cinco palabras, tanto por esta frase, todas favoreciendo al equipo que mejor pagara. Qué no hemos vivido en estas tareas. Una de ellas es que esta columna apareció con un tema singular: asegurábamos que en tres días que habría un debate la cabeza diría: “Ganó el PAN”. El día del evento, el candidato panista fue arrollado por los demás, pero, una palabra más o una menos, la cabeza era “Gana PAN debate”.
Coincidencia o no pero cuatro días después ya no aparecía súbitamente esta columna, que pronto encontró espacio en la red y nunca le faltó en otros medios.
Es por ello que a partir de estos días se revise la información con los acontecimientos, que permanezcamos en la realidad política. Hace tres años ya escuchábamos en la calle su molestia por los gobiernos de Cuernavaca sucesivos y en esta columna en noviembre del 2008 decíamos de la posibilidad que el PRI recuperara Cuernavaca. No había necesidad de consultar a Federico Berrueto o Liébano Sáenz del Gabinete de Comunicación Estratégica, a Roy Campos de Mitofsky o a los amigos de Parametría. Era contundente lo que en marzo, abril y mayo se sentía en la calle: el PAN no ganaba con nada. Los resultados de julio sorprendieron más allá de la periferia, pero aquí no.
Ante ello la exigencia a las empresas encuestadores a que pasen pruebas de calidad con la sociedad civil, porque es fácil hacer de una mentira una cercanía a la realidad, más contando la complicidad de medios inescrupulosos contratados ex profeso o motu propio. Ha llegado la hora de empezar a cobrar para las grandes empresas encuestadoras, pero en los últimos dos años ha sido muy certero el trabajo de los profesionales, normalmente cercanos a los hechos.
En Morelos –y seguramente en otras partes del país-- es común hacerse encuestas “a modo” antes de que surjan los candidatos. Aparecerán y habrá que revisar con lupa, porque estamos en la fase preliminar donde interviene gente poco profesional y aparecen como hormigas negocios que se autocalifican como los mejores. Y viene la confusión.
En los cielos de Morelos se avistan aves, algunas parecen de plumaje fino y otras parecen de rapiña. Son las encuestadoras. Hay que mirarlas bien desde su descenso, permanencia y sobre todo el método que las acerque a los números exactos.
Mientras: aguas, aguas, aguas…
Vorágine
Como los jonrones en los diamantes beisboleros, Manuel Martínez Garrigós “se va, se va, se va…”