Las tecnologías de la información y la comunicación inciden cada vez más en la forma de escribir, leer y estar al tanto del acontecer cotidiano. El cambio en el campo educativo se ha traducido en nuevas formas de circulación del conocimiento, de nuevos espacios didácticos y un replanteamiento en el papel que juegan los maestros en el proceso educativo.
Hay grandes cambios a nivel personal, grupal y social. Por eso tenemos que ver los diferentes compartimientos del sistema educativo; es decir, establecer la manera en que se insertan en el sistema educativo, de tal manera que vinculen a los alumnos que inician el preescolar hasta los estudiantes –que esperamos sea un porcentaje cada vez mayor- que concluyen sus estudios en las instituciones de educación superior, y más adelante con la investigación y el desarrollo tecnológico.
Cada uno de los componentes tiene que recibir la atención que merece entendiendo, claro está, las necesidades y características de los alumnos, de acuerdo a su contexto social. Si no podemos resolver lo básico: lectura, conocimientos en matemáticas, en ciencias y un segundo idioma, no podremos dar el salto cualitativo que necesitamos para integrarnos a la sociedad del conocimiento de un mundo moderno competitivo en donde todos los días se registran innovaciones, en donde la forma de generar y difundir el conocimiento tiene poco o nada con lo que sucedía apenas hace unos años.
Entonces, en principio se tiene que atender lo básico. En segundo lugar, tiene que haber un compromiso del magisterio –que lo ha manifestado en todo este periodo de tiempo- de las autoridades educativas federales, estatales y municipales; de la sociedad en su conjunto y de las televisoras. Se tiene que movilizar realmente todos los recursos sociales, para que –por ejemplo- todos los niños y niñas lean más horas en la escuela, en el hogar, en el transporte y sus ratos libres y desarrollen el interés por el conocimiento y amplíen sus posibilidades de comprensión y participación en la compleja realidad que hoy en día es el mundo global.
Aún cuando existen distintas formas de entrar a en nuevo modelo educativo. Un segmento de la sociedad ha centrado su atención y presión en uno de esos puntos de acceso, que es el maestro. Es entendible que lo haga porque el gran porcentaje del proceso educativo le compete, prácticamente de manera exclusiva al maestro.
Sin un maestro no hay un proceso educativo y sin embargo los docentes por sí solos tampoco pueden resolver los problemas que padece la educación en nuestro país. Son problemáticas que se han ido acumulando en los últimos años. Nuestro modelo educativo del siglo pasado, que en buena medida funcionó para las necesidades de desarrollo de nuestro país, formó generaciones de trabajadores y profesionistas que se integraban al mercado laboral nacional. Es a partir de la globalización que el país requiere de estándares internacionales para sus trabajadores, para sus profesionistas, para sus maestros, para sus autoridades y para poder competir –por decirlo de alguna manera por primera vez- con el resto del mundo.
Los estándares que utilizó el país durante muchas décadas para medir el desarrollo de la educación quedaron obsoletos. Ahora se tiene que trabajar bajo estándares mundiales por decisión del propio país y por necesidad de la competitividad mundial. Otro punto de acceso para tratar de entender el sistema educativo es el papel que ha jugado el Estado mexicano en el proceso educativo.
A final de cuentas, por encima de los maestros en su conjunto por mucho- el actor más importante es el Estado mexicano. Cuenta con los recursos, con la capacidad y planeación para movilizar no solamente a los maestros, sino a otros actores con el fin de elevar la calidad y equidad de la educación. El Estado mexicano tiene que hacer lo que no ha hecho en los últimos 20 años: definir a la educación como una prioridad. .De ese es el tamaño del reto para el próximo gobierno federal en materia educativa.