“Así se desterrarán las viejas prácticas del compadrazgo, el amiguismo o el dedazo”, declaró en una aseveración que tiene consigo acusación. Al tiempo de explicar que la mecánica es resultado de los acuerdos adquiridos entre la dirigencia nacional del tricolor, sus organizaciones y sectores, así como con el ungido candidato al gobierno del estado, Amado Orihuela Trejo.
Se llevará a cabo un ejercicio democrático –justificó-- mediante el cual los sectores y organizaciones al interior del partido presentarán propuestas para ocupar las presidencias municipales y diputaciones locales en el estado. Las encuestas –finalizó-- determinarán la rentabilidad electoral de cada uno de los aspirantes y el proyecto mejor posicionado.
El discurso es moderado pero no deja de tener su alta carga de advertencia. Si bien entendemos, se ha anunciado que no habrá cabida a las presiones, pago de facturas, cuotas de poder, intervención de los nacionales, porcentajes para grupos, apoyos personales o la continuidad de proyectos propios.
En verdad, y la experiencia habla por sí misma, de antemano podemos aseverar y asegurar que las candidaturas serán entregadas exactamente bajo el cobijo de todos estos vicios que le causan daño al PRI pero que le han permitido su subsistencia. Pensar o querer creer en lo contrario es sencillamente desconocer la historia o soñar despiertos.
¿Quiénes levantarán los estudios estadísticos? ¿Quiénes tendrán acceso a los resultados? ¿Se transparentarán las cifras? ¿Conoceremos solamente los nombres de los “vencedores”? ¿En realidad serán determinantes las gráficas y el cruce de información para tomar la mejor decisión? ¿Será solamente el Comité Directivo Estatal quien resuelva? ¿Influirá el CEN como lo hizo en la determinación que puso en colapso al tricolor en el estado?
Son tan sólo algunos cuestionamientos que –lo sabemos-- de contestarse, se hará con mentiras o con oratoria propia de la estrategia electoral. Ante esta realidad, quiérase o no, por lo menos en Morelos, el PRI está embroncado y sus liderazgos buscan las mejores posiciones.
Lo rescatable –de cumplirse-- del discurso de Martínez Garrigós es cuando reconoce que se tiene que “armar la plataforma político electoral del partido”; se requiere, dijo, “lanzar una propuesta medible, tangible y real, que pueda ser la diferencia entre lo que propongan otros partidos”.
Ése precisamente es el reto del PRI, pero lo es también del PAN y de las izquierdas unidas; sin embargo, es ahí exactamente en donde tropiezan una y otra vez los representantes de las instituciones partidistas. Una vez inmersos en la competencia, son rebasados por los excesos y rompen con cualquier buena voluntad; y ni qué decir ya en el ejercicio de gobierno; en cualquiera de sus esferas, los abusos y abandonos de la sociedad los conocemos y padecemos todos.
No es gratuito que cada tres o seis años las promesas de los candidatos son exactamente las mismas: abatir la pobreza, más educación, mejor economía, el rescate del campo, mejoras de las ciudades y pueblos, salvamento de barrancas y ríos, quita de impuestos e infinidad de propuestas y promesas que causan hasta sueño repetirlas. Ya lo sabemos, nada de ello se cumplirá y el ciclo dentro de tres años será exactamente lo mismo.
Hay voces nacionales, al interior del mismo tricolor, que auguran la derrota de Amado Orihuela y el triunfo arrollador de Graco Ramírez. Este jueves, de consolidar la candidatura el senador de izquierda, se cumpliría la primera parte del análisis, tal vez deseo, no lo sabemos. Por supuesto que nos reservamos la fuente, pero viene de esas oficinas en donde opera de forma externa el CEN del PRI.