Garzón es el juez que tuvo en un vilo al dictador asesino chileno Augusto Pinochet, al que arraigó en Inglaterra y se salvó de ir a juicio por su estado de salud. Tipo brillante, abogado solvente, Baltazar Garzón fue prácticamente perseguido por la justicia española en temas que parecían más de revancha que jurídicos. Y como se dice en México: “se la persignaron”.
Ayer por la tarde dictaba una conferencia en el hotel Villa Béjar a la que muchos deseábamos llegar con tiempo. Vale la pena, porque figuras de esa talla no vienen a menudo a Morelos. Es Garzón, sin duda, referente mundial en la administración de la justicia.
Renuncias
Hoy, a partir de secretarios de despacho hasta directores del Gobierno estatal, deben tener listas sus renuncias para entregarlas a la nueva administración que encabeza Graco Ramírez Garrido Abreu. Buena medida. Aunque la transición indica será tersa, el nuevo Gobierno se encontrará con una nómina bastante engruesada en algunas áreas y le será complicado al nuevo equipo acomodarse. Esto es, digamos, natural en estos trances. Pero se han dado casos en ayuntamientos como el de Cuernavaca, en el que la mayoría de los que trabajaron en su calidad de militantes de un partido, se negaron a renunciar y terminaron por iniciar demandas laborales que, normalmente, siempre les son favorables, unas porque tienen sus razones jurídicas y otras porque caen en un despacho de un abogado que hace funciones paralelas a la Junta Local de Conciliación y Arbitraje y es, prácticamente invencible. Un verdadero caimán.
Graco Ramírez y Jorge Messeguer mencionan insistentemente que el Gobierno será incluyente, lo que no es nuevo en las promesas y anuncios. Lo que los morelenses imploran son eficiencia, limpieza y honestidad, y al decir honestidad no es solamente que no se roben nada, se trata de decir la verdad. Cada vez falta menos.
A propósito, de los que se van, hay secretarios o coordinadores –que es lo mismo en la tarea—que se retiran tranquilos, que supieron sumar amigos en el encargo, pero otros que son mayoría, tienen la preocupación que sus actitudes, acciones poco claras y sobre todo groserías con su personal y otros sectores les cobre factura. Esa es otra parte también normal en estos menesteres. Lo único claro es que los cargos son transitorios… aunque haya quienes se crean merecedores a estar siempre. Esto de la locura también entra en lo normal.
¿Y Rogelio, dónde está?
Serán cerca de cien personas, de esas que sin horario ni fecha en el calendario hacen las faenas que ni por asomo encargan a empleados o sindicalizados. Les dicen peyorativamente “Las Hormigas”, funcionarios de poca monta los evitan “porque huelen feo”. No saben que hace días, en las tormentas que dejó caer el cielo en Cuernavaca hasta llegado el amanecer y durante varios días, limpiaron drenajes, allanaron camino a las barrancas y bajaron a ellas a sacar inmundicias para que Cuernavaca siga sosteniendo el honorable título que recién recibió, nos honró y lo celebramos en esta columna “como ciudad con excelente medio ambiental”. Sí, son como cien, pero alrededor de 500 los que comienzan a tener hambre y hartazgo.
El ayuntamiento de Cuernavaca suma, con esta, once semanas, sí ¡11 semanas!, que no les paga su pequeño salario. Ya se cansaron. Si se trata de cansarlos para despedirlos, es muy sencillo, que vaya y se los digan, o que los reciban en la Secretaría de Finanzas, donde han estado de cinco, de diez, y les piden que les hablen de lejos “porque huelen mal”, y luego a gritos los sacan con el coro: “¡El señor tesorero no los va a recibir, no tiene nada que hablar con ustedes, vayan con su jefe!”.
¿A quién o dónde van a cobrar? Les dijeron que si “la raya” no llega, seguro en la tesorería saben. Hieden para los perfumados empleados que son igual a ellos solo que sin insignias fosforescentes que los salven de un atropellamiento o puedan verse en la noche bajando hacia las barrancas o quitando colchones, ramas y animales muertos de los hoyos que llevan a las mismas barrancas o los drenajes. El presidente municipal, Rogelio Sánchez Gatica no quiere enterarse aunque se lo diga el oficial mayor –o así parece--, en la tesorería quien se encargue se burla abiertamente de ellos y sus enviados administrativos, les dan trato de pusilánimes. Los comenzaron a agotar. Ya se cansaron. De 20 semanas les pagan una esta semana, y otra en 21 días y se acumulan dos, y así los han tratado, como ciudadanos de quinta y empleados de octava.
Es gente modesta pero digna. Eso no lo saben en las oficinas donde corre con el viento los Cartier, Davidoff y Polo, pero si los hartan les van a cambiar el aroma y hasta la forma de caminar a los ofensores. Y va a haber hedor, tanto que los que nada de culpa tienen sobre esto y son los verdaderos patrones de todos, los contribuyentes, que van a optar por no pagar porque los olores de la pobreza, el olvido y la prepotencia de pobres diablos son insoportables cuando incapaces, tontos o perversos, maltratan a los que no deben.
Once semanas. Cerca de cien que trabajan. Alrededor de 500 seres humanos en total, porque la familia come o medio come. ¿También les vale madres?