Don Alejo Garza Tamez de 77 años fue conminado el 13 de noviembre por unos sicarios a entregarles su rancho y decidió enfrentar a los sicarios con las armas. Esto dio como resultado que don Alejo matara a 4 sicarios e hiriera a otros 2 y en el proceso él fue atacado tanto con armas largas como con granadas de fragmentación y perdió la vida. Este hecho en sí mismo muestra como un ciudadano prefirió defender sus derechos directamente porque no tenía confianza en las instancias oficiales. El solo hecho es importante por la pérdida de una vida y el revelar el grado de impunidad de que ha gozado el crimen organizado, por lo que ha perdido relevancia el poder público.
Pero lo más importante es la reacción que ha tenido en la ciudadanía. Se vio de inmediato una aprobación de este acto por miles de personas. En las primeras 18 horas hubo 130,000 opiniones expresadas en las redes sociales y todas ellas conminando a la ciudadanía a defender sus propios derechos. Es decir, tomando algunas de las expresiones que se encuentran en las redes sociales, era defender sus derechos, hacerse justicia por su propia mano, organizarse para defenderse del crimen organizado. Esto es muy grave porque es un llamado al vigilantismo y al mismo tiempo es una crítica muy importante a las instancias oficiales por considerar ineficaz la defensa gubernamental de los derechos ciudadanos.
La reacción de simpatía popular es muy predecible. La gente está cansada de ver sus derechos pisoteados y encuentra en este tipo de actos una forma de comentarlos para dos objetivos, uno criticar la falta de las autoridades como guardianes de sus derechos y por otro lado un llamado al individualismo para buscar soluciones por fuera del Estado. Esto es muy importante porque se ha hablado mucho del Estado fallido y cabe preguntar, ¿lo somos realmente? El fracaso de las instituciones que deben dispensar justicia en el país es lo que está dando lugar a este tipo de reacciones ante hechos tan lamentables como el de don Alejo.
No solamente ha tenido repercusión nacional, hay hasta corridos que han estado saliendo y un índice de aprobación muy alto en las redes sociales. Aquí es donde el papel del Estado está siendo cuestionado, ¿será la única forma de proteger la vida de los ciudadanos o sus intereses al hacerse justicia por su propia mano? Esto es una realidad muy grave porque es una confrontación con todo lo que significa el Estado de Derecho.
Éste también es un motivo para asomarnos a la realidad de nuestro país; las redes sociales son ahora tan importantes que pueden, con el tiempo, sustituir las encuestas, pero también tienen el peligro de incitar a la violencia. Por un lado no se debe censurar estas redes sociales, pero por otro lado se tiene que tener en cuenta también que el Estado está fallando en proveer la seguridad necesaria a la ciudadanía.
Recientemente apareció una manta en uno de los puentes de la Ciudad de México de una organización llamada “Estemos Unidos Mexicanos”, incitando a defender sus derechos directamente; el texto de la manta decía: “Sí el crimen está organizado ¿por qué nosotros no?”. El gobierno de la ciudad mandó a retirar la manta inmediatamente, pero esa manta apareció también en Cuernavaca, Nueva York y hasta en París fuera de la Torre Eiffel. El efecto fue que el director de la SSP del Distrito Federal, Manuel Mondragón, invitara a esta organización a “platicar”. El hecho de que aparezcan mantas empieza a ser una forma de tomar acciones políticas por propia mano. ¿Donde están las autoridades que pongan coto a los desmanes de un crimen organizado que empieza a ser resentido directamente por la población en general? Pero no solamente hay resentimiento contra el crimen organizado también hay un llamado de atención a la ineficiencia de la autoridad tanto nacional como estatal.
En realidad, el llamado vigilantismo no es una forma que nos lleve a un progreso social, pero éstas deben ser expresiones atendidas por las autoridades para darse cuenta de que en algo están fallando en su misión de dar seguridad a la población.