Nunca antes había recibido tantas quejas de la Policía Vial de Cuernavaca. Lo mismo profesionistas, comerciantes, turistas, trabajadores del volante, todos coinciden en una cosa: los agentes de Tránsito en Cuernavaca están “desatados”.
“Armados” con un artefacto electrónico que les proporcionó la Secretaría de Protección y Auxilio Ciudadano, a bordo de patrullas, motocicletas o “pie-tierra”, los elementos de la Policía Vial diariamente se dedican a infraccionar automovilistas “a destajo”, como si les fueran a dar una comisión por cada infracción.
En los semáforos, las y los agentes “pie-tierra” escudriñan entre los vehículos que van bajando su velocidad si hay algún conductor que no lleve puesto el cinturón, que vaya hablando por teléfono o que lleve sobre sus piernas a algún menor. En cuanto detectan alguna de estas irregularidades, se paran frente al automotor y obligan al que va manejando a orillarse.
Los motociclistas, actuando peor que corredores de “motocross”, se le emparejan a los vehículos que van circulando sobre el carril de alta velocidad y –poniendo en riesgo su vida y la de todos los demás que van cerca- casi meten la cabeza para revisar si hay algo que amerite su detención.
Además, los policías ya tienen detectados los sitios donde es más probable que el conductor incurra en una violación al Reglamento de Tránsito por desconocimiento o por descuido, y ahí están escondidos para agarrarlos “in fraganti”.
Hace 20 días recibimos un enérgico reclamo por parte de un catedrático de la Facultad de Derecho de la UAEM. Circulaba en su vehículo sobre la calle Humboldt y como copiloto su hijo haciendo lo más natural del mundo: llevar en su regazo a una bebita. Ese fue su “delito”.
Un agente de tránsito que estaba sobre la banqueta, prácticamente se le abalanzó al carro para impedir que continuaran avanzando y le gritó que se orillara. De nada valieron las explicaciones sobre las circunstancias por las que no llevaban el asiento especial para bebés y la poca distancia que faltaba para llegar a su destino. El oficial, de nombre Antonio Aguilar, quien seguramente estaba de malas porque ya era tarde y no había alcanzado a juntar la cuota (de infracciones, obviamente), los trató como si fueran delincuentes a los prestigiados abogados.
“No es la infracción al reglamento de Tránsito, sino la forma en que te tratan los policías viales, su falta de criterio”, nos comentó el doctor en Derecho visiblemente enojado.
Florencio Hernández, compañero reportero, escribió lo siguiente ayer por la mañana en su muro de Facebook:
“Hace un momento en el semáforo de Morelos con Degollado, mientras ocupaba mi coche el carril derecho y otro el izquierdo, en el cambio de luz de rojo a verde, un "potro" casi se me mete por la ventana poniéndose en peligro y también a mi familia todo por mirar si encontraba alguna falta para detenerme e infraccionarme.
“Primera: quien trabaja para hacer cumplir la ley en este caso la violó al rebasar por fuera de los carriles designados para la circulación. En el reglamento no existe el término "entre carriles" o "fuera de ellos" para motociclistas....
“Segunda: estuvo a punto de impactar mi puerta del copiloto y él casi cae al perder el equilibrio por su negligencia y voracidad con la que desde arriba sus superiores y funcionarios les han puesto cuotas”.
En este sentido, vale la pena recordar que desde que asumió el cargo, la secretaria de Protección y Auxilio Ciudadano de Cuernavaca, Alicia Vázquez Luna, se comprometió a hacer cumplir la constitución, las leyes y los reglamentos, pero desgraciadamente no le dieron las herramientas necesarias para hacerlo.
Así, podemos notar que las patrullas de la Policía Vial incumplen toda la normatividad en materia de vialidad: no traen placas, ni engomado, no pasarían una revista mecánica, y algunos de los policías hasta licencia vencida traen.
Quien esto escribe grabó a un motociclista que detuvo a una camioneta estaquitas sobre la calle Atlacomulco, cerca de donde venden flores, y en cuanto se dio cuenta que lo estaba tomando con el celular sacó su aparato para aplicar la infracción con una actitud de molestia de quien ha visto que se le fue el negocio. Al advertirle que no traía placa, en un acto de cinismo, se hizo el sorprendido con un “ay, pero si en la mañana la traía, me la arrancaron o se cayó”.
Héctor González, periodista independiente y ex corresponsal de Reforma, captó a una patrulla cuando tenía detenido a un microbús del transporte público sobre la carretera federal Cuautla-Cuernavaca, a la altura del paradero de Chedraui, ocupando el único espacio transitable que hay y obligando a los automovilistas a cruzar por los enormes baches que ahí se encuentran.
Su presencia con su teléfono celular, al parecer obligó a los policías a “suspender las negociaciones” que en ese momento tenían, y tuvieron que proceder a hacerle la infracción al chofer de la ruta, quien quizás hubiese preferido arreglar las cosas a la antigua. Molesto porque no pudieron arreglarse con el trabajador del volante, el policía vial le dijo al periodista “pinche chismoso”, pero no se lo sostuvo frente a su cámara.
Ayer fue entrevistada por diversos medios de comunicación la titular de la SEPROAC, Alicia Vázquez Luna, quien contestó así a las interrogantes de la prensa sobre la inconformidad de la ciudadanía:
“Evitar paulatinamente la colocación de vehículos en áreas del primer cuadro del centro histórico nos beneficia a todos. Nada más que hay varios reporteros que están inconformes con estas acciones que aducen que no tienen para pagar un estacionamiento, lo cual no es responsabilidad de la Secretaría de Protección y Auxilio Ciudadano. Segundo: algunos comerciantes aducen también que no tienen los espacios para sus clientes. Tampoco es algo que la Secretaría pueda resolver. Cada quien en su espacio tiene que resolver su propia problemática respecto a los estacionamientos que ahí están, que bien pudieran servir porque nos ayuda a todos. Si se meten a los estacionamientos, se reactiva la economía y la economía se queda en el primer cuadro de Cuernavaca y le damos orden”.
Como podrá observarse, es difícil conciliar por un lado la aplicación de la ley (en este caso el reglamento de Tránsito), y las necesidades de una sociedad muy lastimada económicamente para lo cual se requiere sensibilidad de las y los servidores públicos. No hay que olvidar que cada ciudadano es un voto.
HASTA MAÑANA.