En un sentido amplio, en 1920 la educación pública carecía —entre otros factores— de estructura. Estaba en manos de los municipios que carecían de las condiciones y el número de escuelas y de maestros necesarios para cumplir con ese colosal propósito. La reforma educativa orientaba sus esfuerzos para que se articularan precisamente los servicios educativos, la entrega de libros de texto gratuitos y la promoción de actividades culturales en todos los niveles de la educación.
Reformas educativas
A lo largo de esta línea de tiempo se contó siempre con el compromiso de las maestros y maestros para la consecución de objetivos. Hoy en día se puede decir que nuestro modelo educativo, que ha sido sometido a diferentes reformas, se consolidó en diversas etapas, que van desde los años cuarenta, pero que tienen sus referentes en el paradigma positivista del siglo XIX representado por Justo Sierra, las lecciones de José Vasconcelos y las tareas de reconstrucción que emprendieron los regímenes de la Revolución Mexicana.
Este modelo de mediados del siglo XX se expandió durante el Desarrollo Estabilizador y prevaleció hasta nuestros días. Ni las profundas reformas modernizadoras de la educación de la década de los noventa —ni la que acaba de concluir— han introducido un nuevo modelo educativo que responda de manera integral y profunda en las nuevas condiciones del mundo globalizado y de un país diferente como el que nos tocó vivir.
Los consensos para transformar el sistema educativo prevalecen. En ese caso, la responsabilidad es de todos, pero fundamentalmente del Estado mexicano de conducir la estrategia gubernamental que definan los actores del proceso educativo, la cual deberá transitar en una dirección acorde con las demandas y la nueva realidad del siglo XXI.
Más allá de los festejos organizados por la SEP con motivo de sus 90 años de vida, los cuales son bienvenidos, no deja de inquietar una serie de elementos que hoy en día son materia de debate y discusión pública.
Inseguridad en las comunidades educativas
Lamentablemente los centros escolares se han visto afectados por los círculos de violencia que se registran en diferentes regiones del país. De acuerdo con las reseñas periodísticas, el recuento da cuenta que al menos seis entidades enfrenten ese escenario: Veracruz, Nuevo León, Sinaloa, Tamaulipas, Michoacán, pero la oleada de violencia e inseguridad sobre la comunidad educativa se registra en Guerrero, donde los entornos escolares han registrado balaceras, amenazas, robos a mano armada, extorsiones en contra de los maestros e inseguridad en general en los planteles escolares para los estudiantes, a tal grado que por tales condiciones se suspendieron clases.
Las maestras y los maestros y directivos de las escuelas de educación básica públicas desde hace varios años han expuesto esa problemática a las autoridades gubernamentales. Vienen trabajando de manera corresponsable con los padres de familia frente a los fenómenos como la violencia que hoy por hoy acechan los ambientes escolares. Por eso es que, al margen de cualquier diferencia o interés político, la sociedad en general, maestros, padres de familia, académicos, investigadores, medios de comunicación, es necesario articular esfuerzos para construir conjuntamente una educación por la paz.
La sección 14 del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) en Guerrero ha actuado con prudencia y dio su voto de confianza al gobierno del estado y municipales, a las instituciones de seguridad federales para que este día se reinicien las labores educativas, tras la firma de un acuerdo que contempla acciones concretas para garantizar la seguridad a la comunidad educativa de Guerrero.
El magisterio, por su parte, ha hecho el compromiso para que los contenidos educativos que se dejaron de dar al suspenderse las clases se recuperarán al final del ciclo escolar, de tal manera que se cumpla con cada uno de los objetivos de los programas académicos de los diferentes grados académicos, a través de la extensión de los horarios de clases o fines de semana, entre otros mecanismos.
Menor inversión en la educación
Otro elemento que caracteriza el contexto en que se celebra la creación de la SEP en los últimos años es el Presupuesto de Egresos de la Federación que ha registrado una tendencia que contempla diminutos aumentos al financiamiento a la educación. Para el de 2012, por ejemplo, el incremento real será de 1.9 por ciento respecto al aprobado en 2011 y 2010. Son aumentos marginales y preocupantes porque pone de manifiesto el interés que tiene el gobierno federal por la educación, por no mencionar la situación que priva en el rubro de inversión para el desarrollo de la ciencia y la tecnología.
En números redondos, la propuesta de Egresos de la Federación para este año asigna menores recursos financieros. Educación básica, por ejemplo, recibe un 4.72 por ciento menos; educación superior, 1.81 por ciento; posgrado, 7.46 por ciento; el deporte, una reducción del 31.92 por ciento, desarrollo tecnológico, un 3.31 por ciento menos, y los servicios relacionados con la ciencia y la tecnología se verán afectados con un 13.16 menos.
La última palabra la tiene la Cámara de Diputados y es de esperar que el legislativo refrende su compromiso con la educación, realice los ajustes necesarios y amplíe los recursos que prevé el Proyecto de Egresos de la Federación 2012, acorde a la necesidades de la educación en el país. !Vaya¡ Cuando menos acercarse gradualmente a los acuerdos de la Unesco para que los Estados destinen el ocho por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) a la educación y el 1.8 por ciento a educación superior. Así, bajo este contexto la SEP llega a sus noventa años de vida.