Estos últimos eran oriundos de Tlayca, el poblado del municipio de Jonacatepec donde también vieron la luz por primera vez los hermanos José, Francisco y Liborio Colín Domínguez.
Era un pueblo de 500 personas cuyos niños dejaron de soñar con ser campesinos o migrar a Estados Unidos. Su fantasía era el secuestro. En esa zona del oriente de Morelos ocurrió su primer secuestro, el de Hugo Colín, hijo de un próspero cebollero.
Así lo narró el reportero Humberto Piaget en la revista “Sin Embargo”:
Era 1983. El agricultor exigió hablar con su hijo para asegurarse de que pagaría por un hombre vivo. El mensaje fue claro. Llegó una mano del muchacho. –Ya me lo mataste, no te pago –dijo airado don José en la siguiente llamada. Entonces le mandaron el brazo. –Me lo hiciste pedazos, ya no es el mismo. No te pago. Un mes después, el cuerpo de Hugo fue hallado en una barranca. Destrozado. El nombre del secuestrador y asesino retumbó en las cañadas de la sierra morelense: Modesto Vivas Urzúa y su apodo, para los habitantes de los alrededores, debía corresponder con su esencia: la Víbora, quien habría aprendido el oficio de su mismo padre, el dueño del huevo de la serpiente.
El rumor dijo algo más de él. Tenía un diablo grabado en el corazón y otro en la espalda; una víbora los unía de lado a lado. El 22 de octubre de 1993 se giró una orden de aprehensión contra El Viborón, Miguel Ángel Vivas Urzúa y Luciano Urzúa Vivas por el asesinato de Raúl Aguirre Rosas y los secuestros de Efraín Sotelo Eloísa y Gabriel Gutiérrez Albarrán.
Las Víboras no andaban solos. Al menos desde entonces trabajaban con Israel Ávila Hernández el Ronco. Se les perseguía además por encubrimiento y asociación delictuosa. En 1994, Las Víboras fueron detenidos y presos en el Reclusorio Oriente de la ciudad de México. Llegaron la Víbora, Gaudencio Cuenca Palacios la Gata, Eugenio Cuenca Palacios el Pelón, el Viborón, el Ronco, Maximiliano Vivas Ocampo el Max, Julio Vivas Urzúa el July, Carlos Mandujano Gómez y Sirenio Pérez, estos dos últimos acusados también por delitos contra la salud.
La policía los relacionó con 15 plagios a empresarios y comerciantes de Morelos, Querétaro, Puebla, Tabasco, Hidalgo y el Estado de México, con ganancias totales de cinco millones 210 mil nuevos pesos. También con el asesinato de dos comandantes y un policía de la Judicial de Morelos y la muerte de un corredor de caballos que se resistió al levantón.
Los primos Vivas, Caletri y otros tres se fugaron el 30 de diciembre de 1995 del Reclusorio Oriente del Distrito Federal. Los que fueron recapturados narraron así la forma de escabullirse:
Caletri avanzó con Héctor Cruz Nieto y los otros cinco, todos armados con pistolas que previamente habían introducido a través de los mismos guardias. Amagaron a los custodios del dormitorio. Los ataron de pies y manos con alambres y vendas para salir de la crujía. Sometieron con un cachazo en la cabeza al guardia que encontraron y forzaron la puerta que da a la exclusa del módulo. Encañonaron a cada guardia que encontraron y llegaron al área de visita íntima, donde tomaron como rehenes a dos custodios, convertidos en escudos en la carrera hacia la caseta 12, frente al área de servicios generales. Ahí dominaron a otros dos vigilantes. Se apoderaron de dos escaleras extensibles para salir al patio de maniobras. Golpearon a dos supervisores y a dos policías. Los encerraron en la caseta de servicios generales. Ingresaron al cinturón de seguridad. Tirotearon las torres seis y siete. Los policías se acurrucaron sobre los talones y asomaron las escopetas y las R15. Pero los amotinados eran cascadas de balas. Sin soltar el gatillo, los reos colocaron las escaleras plegables en la muralla perimetral.
Los alcanzó el resto incluido en el plan, entre ellos José Luis Canchola Sánchez El Canchola, Benito Vivas Ocampo El Viborón y Modesto Vivas Urzúa La Víbora. Arriba de la barda miraron la calle por primera vez en años. Se descolgaron con un gancho hecho con varilla y pedazos de tela anudada. Caletri se desprendió a metros del suelo. Cayó sobre los talones y los sintió de talco. Ya sabía que el cuerpo es también un obstáculo. Ignoró el dolor. Corrió. Estaba libre de nuevo y otra vez tenía banda.
El contacto en el exterior señalado fue Alejandra Cortez Lagos La Pécoras, novia de otro de los fugados. La mujer introducía droga para el grupo al interior de la cárcel y, el mismo día de la fuga, los encontró en el Vips del aeropuerto a las 11 de la noche.
Ahí estaban El Viborón, Caletri, Cruz Nieto, El Armando, la Víbora y el Canchola. Alejandra los acomodó en la casa de una amiga, en la Avenida Central de Ecatepec. “Comenzamos a tener problemas y nos fuimos la Víbora, Armando y yo al Hotel Ecatepec y después a otros hoteles de la ciudad. Nos detuvieron y regresamos al Reclusorio Oriente 42 días después de que nos habíamos escapado”, declararía el Canchola.
Tras separarse del Canchola y La Víbora, Caletri, Cruz Nieto y El Viborón siguieron al suroriente del Estado de México. Se ocultaron un mes en la casa de un amigo de Caletri, en Amecameca. El receso terminó y, como el Viborón conocía cada metro de Morelos, escogieron asaltar la sucursal de Bancomer en el centro de Cuautla.
Cruz Nieto sumó dos miembros a la banda, Héctor Peralta Vázquez el Papis y Erick Sánchez Chávez El Erick. Se llevaron un millón 100 mil pesos. El Viborón planteó que el secuestro era más rentable y más seguro que los asaltos bancarios. Fue convincente y Caletri se hizo secuestrador a mediados de 1996.
Raptaron al propietario de unos establos en la carretera que va a Cuautla. No hubo persecución ni cuernos de chivo a media calle. Entraron al rancho y se metieron por el hombre a la habitación que tenía convertida en oficina, como si atracaran la bóveda de un banco. Lo llevaron a un pueblito cercano a Chalco y lo interrogaron. Se equivocaron de hombre. Tenían al yerno del dueño de los establos. Pero siguieron adelante.
El Viborón, el experto, negoció y en cómo hacerlo le dio una lección a Caletri, quien resolvió la segunda parte más arriesgada para un secuestrador, recoger el dinero. La primera es detener a la víctima y llevarla a la casa de seguridad.
Caletri recogió el dinero en Los Limones, una comunidad cercana a Tlayca, Morelos, la tierra de Las Víboras. Dos meses después plagiaron al propietario de una bodega de fertilizantes y alimento para ganado. Participaron el Viborón, Héctor Cruz Nieto, Caletri y Liborio Colín Domínguez el Alacrán, también oriundo de Tlayca.
Siguieron los pasos del trabajo anterior. Armados, llegaron a la bodega a las orillas de Cuautla. Arrastraron al hombre hasta unas cuevas cercanas a Tlayca. Lo cuidaron Caletri y El Alacrán. Caletri vivió la siguiente separación de su banda a finales de 1996.
Andrés Caletri pensó en el retiro y se ocultó en la ciudad de Puebla con un millón de pesos. Nadaba y jugaba basquetbol en el club deportivo Britania. No tuvo domicilio fijo. Vivió durante cortas temporadas en hoteles pequeños del estado y alguno de Huamantla, Tlaxcala. Conoció a una mujer, Yolanda la Güera, con quien tuvo un hijo.
Al secuestrador sólo le quedaban los 300 mil pesos que le tocaron del último trabajo. Vagó un mes por Puerto Escondido, Oaxaca, y se refugió después en un pueblo del Océano Pacífico llamado El Charquito, donde Caletri, según sus palabras, dejó de ser secuestrador para convertirse en pescador.
Después narraría que se encontró tan pobre como estaba cuando 17 años antes intentó ser empresario textil y lo defraudaron unos yucatecos. Se estableció en Pinotepa Nacional, Oaxaca, cerca de donde nació, y compró un terreno de 25 metros de ancho por 23 de largo, a la orilla de la Laguna de Corralero.
Construyó una casa minúscula y rentó terrenos en los alrededores para sembrar jitomate y papaya. De alguna manera se profesionalizó. Consiguió asistencia de un ingeniero agrónomo para uso de plaguicidas y trató con un comprador en la Central de Abasto.
Caletri tenía tres años sin ver a su esposa e hijo, a quienes siempre envió dinero. Les hablaba desde casetas públicas de los pueblos de Rancho Viejo, La Estancia o Mancuernas, y ahí fue, en una caseta pública, donde el 21 de febrero de 2000 fue detenido y remitido a un Penal de Alta Seguridad donde purga varias condenas.
Recapturado, en marzo de 1996 Modesto Vivas Urzúa alias “la Víbora” fue enviado al penal federal de Puente Grande, en Jalisco. Su primo El Viborón, Héctor Cruz y Alfredo García Santiago chocaron en 1997 con la policía de Puebla y murieron. En abril de ese año, Maximiliano Vivas Ocampo y siete integrantes de la banda fueron detenidos.
Julio Vivas Urzúa El July sigue libre, según el listado de los más buscados de la PGR. El municipio de Tlayca vería florecer entre los suyos a otras dos bandas: la capitaneada por Francisco Colín Domínguez El Chale, y sus descendientes Los Jeremías, dirigidos por Asael Alejandre Roldán. Este último se “suicidó” el 18 de abril de 2008 en las instalaciones de la Subprocuraduría de Investigación Especializada en Delincuencia Organizada de la PGR, en una zona con circuito cerrado de televisión y vigilancia las 24 horas del día. “La herencia de Las Víboras es un árbol genealógico de al menos 107 secuestradores, uno de ellos, fundamental en el crecimiento de la Hidra, fue Nicolás Andrés Caletri”, asegura el reportero investigador Humberto Piaget en un amplio reportaje que puede ser consultado enhttp://www.sinembargo.mx/09-01-2014/867045. HASTA EL LUNES