¿Qué hay para ello? En la mesa de análisis de sus colaboradores deben ser serios, dejar a un lado cualquier rencilla y buscar modelos de cómo hacer coincidir las demás fuerzas priistas. Ninguna simulación. Igual en la casa de campaña del candidato a gobernador Orihuela. La tradición priista indica que es el candidato a gobernador quien ordena cada una de las acciones y el resto obedece. Son esquemas caducos, se acaba de vivir en Morelos y la llegada de Martínez Garrigós es la consecuencia. Ya no es la obediencia a ultranza sino el imperio de las razones, los consensos, estamos en otra época y, para mejor ilustración, el PRI tiene 12 años como oposición. Como que no encaja en las condiciones actuales de la política, la verticalidad de arriba hacia abajo.
Quienes piensen que es “a la antigüita” como debe hacerse política hoy, se van a topar con la dura realidad. La combinación de modelos, donde la disciplina y la institucionalidad caminen de la mano con el empuje juvenil y las ideas frescas puede ser una de las fórmulas. Antes, las raspaduras de la preelección de candidatos tienen que curarse. No funciona la tarea si antes no se hace un ejercicio de conciliación. Cada quien conoce los defectos de los otros, pero no han coincidido en alguna virtud, la descalificación está a flor de labios y no los ayudará. Faltan posiciones de trascendencia, Cuernavaca es una de ellas y ahí Manuel Martínez Garrigós es fundamental, porque poniendo las cosas por su nombre: pasa el que él y las estructuras que armó en los años anteriores determinó –hablamos de hace 12 años- y que funciona.
Quizá la andanada pagada, personal, de jovenzuelos con mucho dinero pero sin poder, cómplices de políticos, le han dado la mayor oportunidad de su carrera a Manuel. Si es candidato a gobernador, estaría en una hoguera, seguramente en el CEN lo midieron en parte así, además de la soberbia como suelen actuar. Sin embargo, sacaron un as bajo la manga y recompusieron en parte el tema. Falta lo importante: que los actores locales se pongan de acuerdo, colocando en la pared de un gran salón lo que está en juego que no es sólo el gobierno y sus posiciones, las senadurías que aunque con la debilidad de un pequeño simulador al frente, lleva el empuje de un luchador atrás; las diputaciones federales, cinco más una plurinominal que se ha ganado Morelos, los 18 distritos, las pluris, regidurías, sindicaturas y algo que no deben perder de vista: si Peña Nieto logra ganar, tendrán delegaciones federales que ya se les olvidó cuáles son sus siglas.
Mucho en juego, no sólo lo de presuntamente arriba. Con Amado Orihuela se dice habrá que cambiarle hasta el modo de caminar. Creemos que no. Es la frescura y su aparente candidez lo que le ayuda a llegar a la población morelense, la mitad rural, la otra casi indiferente. Es un asunto que los expertos deben revisar, porque es imposible cambiar la formación de 55 años de vida en dos meses. Es ahí donde Martínez Garrigós debe sacar el talento, porque caminará junto al de Mazatepec y al mismo tiempo resolverán, juntos, decisiones vitales para su partido.
De ellos depende.
La Calentura
Ya, la efervescencia está en plenitud en los tres partidos hegemónicos y lo exhiben las ediciones escritas y electrónicas del día de ayer. Acapararon tres cuartos del total. Se nota tal entusiasmo que cada uno de los participantes creerá va a ganar. ¿Si no para qué competir? Pero veamos lo que indica la realidad. A nivel federal se ha llegado a hablar de tres tercios antes de conocer números que medirían los traspiés de Enrique Peña Nieto en la FIL de Guadalajara y el twitter de su pequeña hija en su defensa. Según los profesionales de estos temas, le quitó 2.5 puntos, una cosa menor a lo que esperaban los analistas de los medios, algunos manejándolo como una verdadera hecatombe en el campamento tricolor. Peña sigue adelante y con amplia ventaja que pareciera complicada para sus adversarios. Se van a acercar, pero es más la fiesta interna del PAN, por ejemplo y la atención de los medios, que lo registrado entre el pueblo—pueblo, los que van a decidir el voto.
Sin embargo, están en lo suyo.