Nos decía acertadamente un gran amigo e inteligente consultor: “Cuando Dios da, lo hace a manos llenas”. O como lo interpretaban, contentos, militante de la base en Cuernavaca valorando el trabajo desde su colonia Fovissste, de la licenciada Hernández Lecona. Se desempeñaba hasta ayer como titular de Servicios Legislativos del Congreso Local. Sus blasones no apantallan pero son eficaces: vicepresidenta de la Fundación Colosio –que la vincula a Becerril Straffon en apariencia—y consejera política estatal. Cuando Becerril buscó ser candidato al gobierno del Estado, Lizbeth fue la coordinadora de Acción Juvenil.
¿Pero qué pasó con Rosalina Mazari Espín, ya “cantada” para el senado?
Siempre hay versiones en los entretelones de la política, una de varias que recogimos la damos como la razón por la que fue, de último minuto, vetada: Que en el momento álgido de las negociaciones para postular candidatos en el PRI, ella como miembro de la CNC, gritó a su dirigencia que “les faltan huevos…”. Y dadas las sensibilidades de los famosos líderes, ayer mismo por la mañana marcaban su posición: cualquier mujer menos Rosalina. Ello puso en aprietos al Comité Nacional priista que volteó hacia un lado y otro y no que no encontrara mujeres en el firmamento, sino que fuera una que terminara con el ruido, además estaban a unas horas de cumplir el trámite o se quedaban sin un candidato a senador. Es el candidato Amado Orihuela Trejo, seguramente, el que destraba el problema y aprovecha la coyuntura, porque Lizbeth se encontraba en su actual posición gracias a que Amado se lo permitió a Omar Guerra, por cierto coordinador de la fracción priista.
Sorpresa, sí, pero la aplicación exacta de que las circunstancias son fundamentales en la política. La abogada Lizbeth jamás imaginó al despertarse, ayer por la mañana que le urgirían a juntar su documentación para inscribirla como candidata al Senado. Seguramente pensaba en sacar bien su trabajo del día, de la semana, como aguantar las intolerancias de algunos legisladores arbitrarios, exigentes e ignorantes y, como siempre: esperar el momento de tomar la calle, correr a los domicilios de sus compañeros de partido, hacer la tarea, lo necesario, para cumplir con su casilla, su sección electoral y llevarle buenas cuentas a su partido.
Lizbeth estuvo desde la primera derrota del PRI en Cuernavaca, luego en la del Estado, en las dos siguientes caídas y activa en la recuperación de la presidencia municipal y su distrito en el 2009, el cuarto con los otros tres. Hoy, su destino está más claro que nunca: será Senadora de la República si es que el PRI no cae a la tercera posición, lo que a la altura del encuentro, es prácticamente imposible. Felicidades.