Violaron –PASA— el contrato que establecía que debía contarse con una cantidad de 80 millones de pesos por contingencia que se atravesara. Ese es el origen, lo demás es conocido, había que liquidar un proyecto político y juntos lo hicieron en buena medida, y lo otro era consolidar negocios en conjunto, este ramillete de muchachos empresarios que tienen en común su desapego a Morelos, son extraños y por lo visto enemigos del desarrollo estatal. Con ellos establecen alianzas únicamente los perversos y quienes no tienen dos centímetros más de frente. Ya habrá tiempo en libro de pronta aparición de ofrecer detalles.
Y no tratan de regalar un servicio que les cuesta, también sus hijos nacieron en Cuernavaca, transitan por la ciudad y una contingencia ambiental los afecta a todos. Así, en apariencia, cualquier empresa de otro lugar no se endeuda por dar una buena cara a Cuernavaca, sobre todo en sus entradas, a través del barrido de su nueva y primera máquina. Están conscientes de la situación financiera del ayuntamiento, saben que les serán saldados sus servicios y sientan bases para que la próxima administración que presidirá Jorge Morales Barud, tenga herramientas que no los sorprendan con argucias del regreso de la empresa norteña con capital del antepasado ayuntamiento de Cuernavaca, con socios locales que no han podido cobrar lo que esperaban, debido al gran negocio y que nada les importa Cuernavaca, pero sí, lo que se denomina PASA. Que, cada vez está más claro que no PASA, que el ayuntamiento puede y debe enfrentar bajo el mecanismo que determine el nuevo ayuntamiento a partir de su cabildo y sus operadores, porque es un servicio que históricamente han hecho, sin ir más allá del negocio artero y sin riesgos. Como que ya estuvo. Eso lo sabe Morales Barud y conoce bien cómo evitar los chantajes de “a de veras”, no como lo hacen los corifeos y panegiristas de la IP norteña, en voces chillonas de colegas vergonzantes.
El columnista conoce si no a profundidad, sí puntos vitales del servicio que prestan los del Sirec. Estos tuvieron que armarse sobre la marcha de una contingencia provocada por la empresa lagunera, que buscaban un retorno al octubre rojo del 2006 para cotizar su estancia. Incumplieron el contrato, lo que lleva a la rescisión –que en detalle lo expondremos otro día— y buscaban por todos lados que Cuernavaca se infestara de basura y se hiciera necesaria y urgente su presencia. No faltó quienes dentro y fuera de la administración, asumieran el compromiso de remar contra corriente y como podían enfrentaban el duro y noble servicio (que debe decirse, requiere de un trato especializado y profesional) y cada minuto los apremiaban y aprendían, hasta llegar a tener igual servicio y posteriormente incluso mejorarlo, con la diferencia de 26 millones de pesos al año, más de dos millones por mes.
Esto, los números están exhibidos y son contundentes. Con ellos, simplemente inexisten las informaciones pagadas que vemos a diario, y deja más asentados en la laguna a los de PASA, que más allá de los recursos jurídicos que siguen su curso y tendrán que terminar algún día en el sentido de la ley o el abuso, parece que lo que menos desean es un regreso a Cuernavaca sin condiciones. Porque las condiciones sociales están perdidas, no tienen sustento ni argumentos. Y menos credibilidad de los que en sus afanes por llevarse arrastrado a un personaje, se fueron juntos a la barranca, honda por cierto.
Porque es evidente que en la transformación de la realidad, pasando por la información, llegando a las mentes torcidas que en su conjunto confabulaban, el resultado eran las vísceras, y la gente común los detectó siempre, dejó de creer. Y al final del camino, una sociedad aguda por sus mismas condiciones que han generado los malos y pésimos gobiernos en el tema de inseguridad, si alguna vez creyó en tal o cual, hoy los tiene bien calificados: no hay ninguna verdad. Así, la presunta contundencia de una victoria en la que sin duda colaboran varias fuerzas, pero sobre ellas la ineficacia y una posible entrega de los que podían ganar, lo único a la vista es la debilidad en el papel y la tinta, una fragilidad que o no la sienten, no la intuyen o sigue la borrachera del poder.
Cuando venga la cruda, vemos.
En tanto, números contundentes, inversiones, no obstante la falta de liquidez municipal, pavimentan el camino al nuevo Gobierno municipal para que la congruencia sea regla de casa y no hagan como otros que los antecedieron: entregaron el trasero sin pago y no les echaron siquiera un lubricante. (Nos disculpamos con los lectores por esto último, pero así fue). Y concluimos con una frase que es común: los números no mienten.
¡Ah que escudo!
Cual fieras se han ido encima del diputado Humberto Segura, presidente del Congreso, algunos de sus colegas del PRD, el apasionado Juan Ángel Flores y el joven Jordy Messeguer, y ya quieren que se ponga a otro. ¿Y la tolerancia muchachos? Lo vemos más como un juego de canicas entre niños fresitas y otros que usan las de barro, porque evidencian en ambos bandos no conocer por el momento, los manejos legislativos. Segura confundido y todo, hizo lo que debía: respetar la voluntad de la mayoría, que esta vez fue en contra del uso del escudo que, según dice, ya usan en el Poder Ejecutivo, el que alguno de estos días leímos, el gobernador dijo que pintó Diego Rivera en el Palacio de Cortés. Rivera está más allá de cualquier polémica. El trascendió. Lo interesante, en este momento, es que el PRI no va a ceder a las presiones del PRD y si alguno de sus integrantes ya fragua la remoción de Humberto Segura, faltarían a un principio ético. Además, que les caiga el veinte, son oposición. Igual que el PAN. Y vaya que se reconoce la congruencia como se maneja hasta este momento el eléctrico Héctor Salazar Porcayo, que camina bajo las siglas del Partido del Trabajo que preside la guerrera Tania Valentina Rodríguez.