Bajo este nuevo esquema, los 1.2 millones de docentes de preescolar, primaria y secundaria, a partir de 2012, serán evaluados de manera obligatoria cada tres años para valorar sus habilidades, competencias, fortalezas y debilidades en el salón de clases.
Con el acuerdo Evaluación Universal de Docentes y Directivos en Servicio de Educación Básica, se pone en marcha una de las iniciativas que el magisterio etiquetó como prioritaria desde inicios del sexenio de Felipe Calderón para contar con un sistema nacional de formación continua para el magisterio. Se activa, de hecho, uno de los planteamientos que además tiene dimensiones internacionales y que a nivel local -a lo largo de los últimos años- ha sido tema de discusión pública no sólo entre quienes conforman el proceso educativo, sino también en los medios informativos, organismos de la sociedad civil, empresarios y los actores políticos, que han externado su interés por corregir las debilidades del sistema educativo nacional.
Es, en una palabra, “asomarse” al desempeño profesional de cada docente, pero más aún: se contará con un instrumento en función de sus fortalezas, debilidades y áreas de oportunidades para fortalecer su desempeño y el aprendizaje académico de los alumnos.
DESARROLLO PROFESIONAL DOCENTE
A partir de 2012, la evaluación integral de los maestros, directivos y docentes de apoyo técnico-pedagógico, será obligatoria y periódica. Abre nuevas expectativas para el desarrollo profesional de los docentes. No se trata de una iniciativa cuyo espíritu sea el de “sancionar” a los profesores. Por el contrario, se contará con un diagnóstico en aras de que los maestros mejoren su desempeño frente a grupo y el dominio que tienen sobre los contenidos de los programas curriculares. Y se aplicará por niveles con periodicidad de tres años: en 2012 con primarias, 2013 con secundarias y 2014 con educación inicial preescolar y especial en todas las escuelas públicas y privadas.
Se podrá, por otro lado, determinar con certeza qué contenidos --en específico-- deben tener los programas académicos de formación y actualización que ofrece la SEP a la plantilla docente para elevar el aprovechamiento escolar de los estudiantes, cómo planean, diseñan o qué estrategias y recursos didácticos tienen a su alcance, manejo de grupo y atención diferenciada a los alumnos rezagados o de alto desempeño escolar.
CARRERA MAGISTERIAL
El Programa Nacional de Carrera Magisterial, como un mecanismo de estímulos económicos propuesto por el magisterio para reconocer los mejores desempeños docentes, nace en 1992. Sus lineamientos, normas y el sistema de estímulos para los maestros que participaban en el programa, fue reformado en 1998. Prevalecía un esquema de ascenso vertical: maestro, subdirector, director, supervisor o jefe de sector. Se tenía que dejar las clases en el aula para aspirar a una mejor percepción salarial. Ni en el 92 ni en el 98 se contaba con instrumentos estandarizados que permitieran evaluar el aprovechamiento de los alumnos, como los que hoy en día se cuenta. En ese periodo, por ello, cabe preguntarse qué funcionó o qué dejó de funcionar.
¿Cuál es el promedio de escolaridad de los maestros hoy en día? Es de 18 grados. Si el Estado mexicano dejó de invertir en la educación desde las crisis económicas de los setentas, ochentas y noventas, los maestros no cesaron en su afán de edificar una cultura de la superación profesional, inclusive, financiada con sus propios recursos. No cesaron, ni lo han dejado de hacer, en su propósito de mejorar su desempeño docente.
Y el aprovechamiento escolar se puede medir. Bajo el acuerdo entre el SNTE y el gobierno federal se podrá diagnosticar el grado de aprovechamiento escolar en el sistema de estímulos de Carrera Magisterial. El 50 por ciento de lo que el docente aspire de los 100 puntos posibles le corresponderá al aprovechamiento escolar; el 20 por ciento, o sea, 20 puntos a las actividades co-curriculares. Estas son actividades que realiza el maestro fuera de su horario de clase, que no forma parte de su jornada laboral, pero que es necesaria porque hay alumnos que tienen un déficit en Español o en Matemáticas, o viceversa.
Este acuerdo educativo, por otro lado, no tiene visos de surgir en forma espontánea o por mera ocurrencia. Se cristaliza, de hecho, uno de los ejes estratégicos (evaluar para mejorar) que conforman la Alianza por la Calidad de la Educación (ACE) firmada por el SNTE y la SEP el 15 de mayo de 2008, donde ambas partes se comprometieron a reformar el sistema educativo. Se transita, pues, de un esquema bajo el cual los maestros se evaluaban de manera voluntaria a través del Programa Nacional de Carrera Magisterial a uno que pondera el factor de aprovechamiento escolar. La disposición de los trabajadores de la educación, evidencia su disponibilidad y su voluntad para someterse a una evaluación integral sobre sus competencias y desempeño en los salones.
Apunta hacia una rendición de cuentas –como en toda actividad profesional- de los docentes en su trabajo y lo que se desprende en este caso, el desempeño y rendimiento escolar de los estudiantes. Por ello, requieren que de una formación continua que perfeccione sus desempeños pedagógicos, sus fortalezas, debilidades y área de oportunidades.
Aún, cuando la premiación a los mejores desempeños estará sujeta al techo presupuestal de cada entidad federativa, los maestros, bajo elementos y factores culturales propios de la geografía nacional, continuarán con su tarea de educadores. La evaluación es fundamental. Se han encontrado consensos, todos ellos perfectibles. Pero se debe dimensionar; es un medio, no un fin. Es un diagnóstico en la búsqueda de mejorar la calidad educativa, sin sancionar. El proceso educativo rinde frutos en el largo plazo, sus resultados, por lo tanto, no serán inmediatos, pero se cuenta con un plan de obra para mejorar la calidad de la educación en el nivel básico del país.